La quiebra de las finanzas públicas y el tremendo deterioro económico está conduciendo a Venezuela a un caos. La crisis económica está envuelta en la explosiva inestabilidad política, que tiene dividido al país desde hace casi un año. El estallido puede ser de peores consecuencias que la situación que viven desde el año pasado las masas argentinas. Los resultados de la marcha del 11 de Julio puede contribuir para que esa situación se acelere o de que el gobierno por fin, llegue a un acuerdo con los sectores burgueses, políticos y sindicales que hoy les confrontan irreconciliablemente. Por supuesto, que esto último significaría mayores concesiones políticas a los sectores reaccionarios y medidas económicas mucho más antipopulares, a las aplicadas hasta ahora por del gobierno. El futuro que nos espera es: un acuerdo o más enfrentamientos, alineados estos con huelga, estado de excepción con los consabidas declaraciones de desobediencia civil, bombas o atentados.

Los sectores revolucionarios que todavía sobrevivimos y los cientos de honestos luchadores sociales que como hormigas se mueven en distintas partes del país, estamos obligados con urgencia a prepararnos para encarar cual sea el escenario. Este puede ser más propicio para desarrollar una verdadera política revolucionaria, al menos que se le imponga una derrota física a las masas venezolanas.

Una terrible situación económica

El caos económico y social que se vive en estos momentos se tiende a empeorar. Esto se mide en el crecimiento desenfrenado del desempleo. A pesar de que en los últimos meses, por decreto presidencial, se ha estado en condiciones de inamovilidad, el desempleo no se ha detenido. La desocupación se debe a las alarmantes cifras de cierres de empresas y a que a la mayoría de los asalariados en este período, cuando se les ha vencido sus contratos por tiempos determinados, estos no se los renuevan.

Al cesar la inamovilidad la situación será mucho más dramática. Hay cientos de industrias laborando sólo 4 o 3 días a la semana. Muchas institutos del estado, las gobernaciones y Alcaldías, ante el retardo en la entrega del gobierno central, por concepto de Situado Constitucional, la Ley de Asignaciones y Transferencias Adicionales, el Fondo de Inversiones del Fondo Institucional de Estabilización Macroeconómica (FIEM), están paralizando obras y programas. Al no tener dinero para cancelar las prestaciones sociales de los trabajadores, prefieren mantenerlos en nómina. Al nada más entregarles estos recursos o parte de ellos, ante la incertidumbre y por maniobras, lo más probable es que procedan a despedir al personal involucrado en esos programas y obras.

El deterioro del bolívar ante el dólar (60%) ha sido proporcional al deterioro de la economía y proporcional también, al deterioro de la confianza y perspectiva del gobierno bolivariano. Si se sigue devaluando el bolívar se seguirá devaluando “la revolución bolivariana