La coalición de fuerzas políticas que sostuvo el gobierno Fernando Henrique Cardoso durante cerca de ocho años entró definitivamente en crisis. El origen de esta crisis se encuentra en el agotamiento de una política económica que parecía exitosa en su comienzo pero que llevó de hecho el país a una de las más graves crisis de su historia.
La crisis brasileña
Theotonio dos Santos*
ALAI-AMLATINA, 14/03/02, Río de Janeiro. La coalición de fuerzas políticas que sostuvo el gobierno Fernando Henrique
Cardoso durante cerca de ocho años entró definitivamente en
crisis. El origen de esta crisis se encuentra en el agotamiento de una política económica que parecía exitosa en su comienzo pero que llevó de hecho el país a una de las más graves crisis de su historia.
Esta fue la historia de las experiencias neoliberales de los
años 90. Salinas duró seis años de esplendor, hasta la
crisis del 94. Menen alcanzó reelegirse una vez pero no logró la segunda reelección hasta que su país entró en la dramática crisis actual. Fujimori también logró una reelección y cayó cuando quiso imponer su tercer mandato. En Venezuela la crisis explotó en el "Caracazo", con Andrés Pérez en el gobierno,pero fue suplantada con más diez años de consenso neoliberal, que ganó la mayoría de la izquierda y pasó el bastión de la oposición al líder del intento insurreccional que se ligara al "Caracazo": Hugo Chávez.
Estos y otros casos indican que se amplía la convulsión social y política a que nos llevó la adopción del Consenso de
Washington en la región. Y es necesario tener en cuenta que los primeros años de éxito de estas políticas se debieron
fundamentalmente a la existencia de reservas en divisas
significativas en todos estos países en el comienzo de estas
experiencias.
Las reservas acumuladas durante la suspensión del pago de la
deuda externa en la segunda mitad de los años 80 aseguraron
las políticas de sobrevalorización de las monedas nacionales
de cada país. Sumadas a los recursos generados por las
privatizaciones en el mismo período, permitieron la atracción
de capitales especulativos de los centros financieros
internacionales para cubrir los déficits comerciales generados por las políticas de cambio sobrevalorizado.
En seis a siete años los compromisos generados con la entrada
de capitales externos, atraídos por altos intereses pagados
por los Estados involucrados en gigantescas deudas públicas en moneda local o en dólares, empiezan a agotarse. En su cola
dejan un endeudamiento público colosal que imposibilita
cualquier política de inversiones públicas y alcanzan incluso
los gastos públicos tradicionales, provocan un retroceso de la participación del Estado en la economía real y una crisis
fiscal sin precedentes.
Es necesario insistir que la disminución de la participación
estatal en los gastos públicos no impide que este mismo Estado aumente enormemente sus gastos en el pago de intereses que es hoy día la verdadera fuente del déficit público. En el caso de Brasil, los pagos de intereses por el sector público alcanzan más del 8% de PBI. Mientras tanto el balance primario (excluyendo los intereses) del presupuesto presenta un superávit de cerca del 4%.
Estos gobiernos lograron de esa manera invertir totalmente el
sentido de la actividad estatal. A partir de ellos el Estado
existe para pagar intereses y no para realizar políticas
públicas. Mientras los capitales entran más de lo que salen y
las ventas de empresas públicas aumentan la liquidés de las
cuentas públicas parece que estamos en el paraíso.
Lo mismo ocurre en el sector cambiario: la existencia de una
moneda fuerte aumenta de manera milagrosa el poder de compra
de la clase media en el exterior y pone a su disposición
productos importados de todo el mundo a precios mucho más
accesibles. Luego, el agotamiento de las divisas es provocado
por el déficit comercial y por la salida de ganancias
obtenidas por el capital especulativo o por el envío de las
ganancias extraordinarias provocadas por una privatización
corrupta, genera su contrario. Iníciase la era de las
desvalorizaciones cambiarias, de la escasez de divisas, de los créditos no reembolsables, de las quiebras del sector
financiero.
Pasamos así del cielo al infierno en pocos días. Los líderes de esos procesos se transforman de milagrosos genios de la
economía en vulgares ladrones buscados por los poderes
públicos de sus países. Las ambiciones de un tercer mandato
se evaporan junto con el fracaso económico y las revelaciones
sobre su costo ético.
Esta es la etapa del ciclo del consenso de Washington que vive Fernando Henrique Cardoso en el momento presente.
Imposibilitado por su propio partido de intentar un tercer
mandato, que dependería de una reforma constitucional, le cabe presidir un proceso electoral complicado.
El problema más grave es la convicción creciente que sale de
las encuestas de opinión pública de que el pueblo brasileño
no votará más en un candidato de Fernando Henrique Cardoso. Al mismo tiempo, su partido reivindica comandar cualquier
proceso electoral para sucederlo.
Esta determinación dio origen a un enfrentamiento creciente
entre el Partido de la Social Democracia (PSDB) y el segundo
partido del frente político que apoya al gobierno. El PFL ha
sido un fiel escudero del Presidente que gobernó con un
programa de derecha, más al gusto de este partido de que del
suyo. Pero el instinto de supervivencia política del PFL lo
encamina hacia la oposición.
En artículo anterior llamábamos la atención sobre el intento
del PFL de lanzar una candidatura propia que le permitiese
negociar en mejores condiciones la sucesión frente a la
determinación del PSDB de tener su propio candidato a
presidente y preferir hacer un acuerdo con el PMDB para la
vicepresidencia. De esta forma se completa un ciclo de
distanciamiento entre el PSDB y la derecha neoliberal más
consecuente.
Así, todas las fuerzas políticas quieren abandonar el barco
del fracaso económico de las políticas neoliberales. De un
lado, todos reconocen que se detuvo la inflación durante el
plan económico, pero, al mismo tiempo, todos reconocen que se ha pagado un costo extremadamente elevado por esta estabilidad económica y que tal vez exista alguna alternativa a esta política que condujo el país a ocho años de estancamiento y a una situación actual de claro perfil recesivo.
En el año pasado el crecimiento del PBI de Brasil ha sido del 1,5% en un país en el cual la población crece 1,3% y el
mercado de trabajo absorbe una población joven del período de
crecimiento del 2,3% de la población. Generamos a cada año una masa increíble de jóvenes desempleados, mejor dicho, excluidos del mercado de trabajo que sirven de combustible al aumento de la violencia.
Los estudios de opinión indican que los temas de la violencia
y del desempleo son los que preocupan la mayoría de la
población brasileña. Y cada vez se hace más clara la
correlación entre los dos fenómenos. De la misma forma se
atribuye cada vez más claramente esta situación a los efectos
de una política económica fundamentalmente recesiva.
Estos hechos explican las contradicciones en el frente
gubernamental. De un lado, el PSDB y la fracción gobiernista
del PMDB buscan separarse del PFL, cuyo perfil derechista es
presentado como el principal inspirador de las políticas
recesivas del plan real. De otro lado, el PFL busca separarse
del gobierno en su conjunto para presentar una candidatura
presidencial "independiente". La escogida fue la gobernadora
del Maranhão, hija del ex presidente José Sarney, Roseana
Sarney.
Desconocida de la mayoría de la población del país, como lo
era Fernando Collor, hecho presidente por la midia
electrónica, Roseana fue llevada al segundo lugar en las
encuestas electorales en pocas semanas de programas
publicitarios basados en su condición de mujer. Mientras
tanto, el candidato del PSDB y del gobierno, José Serra, no
logra crecer electoralmente.
Frente a esta situación, sectores del gobierno iniciaron una
exposición a la opinión pública de las múltiples
acusaciones que existen en la justicia en contra de la Sra. Roseana y su marido. Esto incluyó un allanamiento de una de sus empresas. Roseana, su padre y su hermano, conocidos como el "clan Sarney" reaccionaron violentamente exigiendo el rompimiento inmediato del PFL con el gobierno.
Las cosas se precipitan poniendo en riesgo la hegemonía de la
derecha en el país. Desgraciadamente la izquierda no ha
generado aún una propuesta política sólida. Hay una clara
intención de ganarse las fuerzas de centro para una propuesta
alternativa que el país tanto desea. Una fórmula sólida que
excluya el fracaso de De la Rúa en Argentina, el cual terminóllamando al gobierno al ministro Cavallo, el símbolo del gobierno neoliberal. Está claro que es necesario partir para una nueva política económica que recoloque el país en el
camino del crecimiento económico, del pleno empleo, del
desarrollo humano y sostenible. Y a pesar de las afirmaciones
contrarias del pensamiento único, por demás fracasado y
desmoralizado por la práctica social, este camino existe y
será posible si se crean las condiciones políticas para tanto.
De esto se trata en los próximos meses en Brasil.
* Theotonio Dos Santos es profesor titular de economía de la
Universidad Federal Fluminense, es coordinador de la Cátedra y Red UNESCO-Universidad de las Naciones Unidas sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible y presidente del Consejo Consultivo de Relaciones Internacionales del Estado de Río de Janeiro.
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