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Cuba, especializada en salvar vidas

Anonyme, Viernes, Abril 2, 2010 - 09:18

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Hace poco,en el país de Chile, llegaron 70 médicos cubanos a curar heridos, instalando en las zonas de desastre dos hospitales de campaña donde han atendido, hasta ahora, a miles de pacientes. Quienes berrean contra Cuba no dicen nada sobre esta generosidad extraordinaria.

Centenares de médicos cubanos prestan servicios en Haití. Miles de voluntarios de la isla caribeña recorren el mundo aliviando dolores y tristezas. Tales hazañas provienen de un país cercado por el odio y el bloqueo económico y donde, por eso mismo, no abunda la abundancia. En varios lugares de la tierra —incluyendo Nicaragua— han muerto centenares de cubanos protegiendo a hombres, mujeres y niños. Se necesita estar envilecido para no reconocer que la Revolución Cubana y sus dirigentes se han especializado en eso, en salvar vidas.

Así como los dirigentes de países como Estados Unidos, Israel, y Gran Bretaña se especializan en eliminar seres humanos, en Cuba se dedican a salvarlos, ahí la lucha por la vida es irrebatible. El Parlamento Europeo sordo de nacimiento y con avanzado mal de catarata, no ve ni oye esta verdad como vio a duras penas los crímenes en Gaza y no oye el llanto de los niños heridos por los sionistas. La mayoría de estos sabios se han zurcido la boca para no decir nada por el millón —no uno, un millón— de muertos en Iraq. El cinismo se transforma en hemorragia cuando se exige respeto —que se lo otorgó— a un delincuente, mientras se hacen los idiotas con el bloqueo contra millones de seres. Da náusea.
Fue lamentable el fallecimiento, a como lo es cualquier muerte en circunstancias similares, del reo común Orlando Zapata, convertido por la magia de la manipulación en “reo político”. No tengo ninguna duda que se hizo todo lo posible por evitar el desenlace fatal, de acuerdo con la vocación cubana. Zapata, como consecuencia de la debilidad provocada por el ayuno, sufrió una neumonía fatal. Conozco de cerca a los dirigentes de Cuba, en especial a Fidel. He conversado con ellos largas horas en la más estrecha intimidad y he quedado persuadido de su ilimitada honradez y magnificiencia. En Cuba jamás se ha maltratado a un prisionero. Lo comprobé en numerosas visitas a ese país cuando fui Ministro del Interior, lo cual me permitía —y me permite— señalarlo como ejemplo a mis compañeros en Nicaragua.

Nunca se ha lanzado una bomba lacrimógena, no se ha disparado —como se hace en numerosos países— contra manifestantes. Jamás se ha dicho —con todo y el placer que les daría decirlo— que ha habido un solo desaparecido en esa tierra de la generosidad. No se exportan, ni se usan, instrumentos de tortura, a como lo hacen algunos países europeos —República Checa, Alemania y Hungría— y donde nueve países de ese continente, los aplican para interrogar prisioneros. Si alguien lo duda, consúltelo por Internet. Ahora el gorilato ideológico está feliz con el desbordamiento de la morbosidad mediática. Esta campaña lastima la dignidad. Es, definitivamente, repulsiva. Por fortuna, tal como lo esperaba la decencia humana, una sustantiva cantidad de intelectuales, dirigentes políticos, gobernantes, universitarios y la gente humilde de las calles estrechas, han levantando sus puños en defensa de Cuba.

En una cancha de fútbol del complejo deportivo Patricio Mekis en Rancagua, a 120 kms. al sur de Santiago, está funcionando el hospital de campaña que Cuba envió a Chile a raíz del terremoto y maremoto del 27 de febrero. Es un hospital con todo tipo de recursos, atendido por calificados especialistas con experiencia en catástrofes similares, en Haití, Perú, Bolivia, México, Guatemala y otros países. Hasta el 13 de marzo habían atendido a l.128 pacientes y efectuado 52 intervenciones quirúrgicas. La organización y equipamiento del hospital y la capacidad profesional de los médicos y paramédicos cubanos fue reconocida por el nuevo ministro de Salud, Jaime Mañalich, ex director de la lujosa Clínica Las Condes, que luego de conocer las condiciones de funcionamiento del hospital de campaña pidió públicamente al gobierno cubano que enviara otro hospital de ese tipo, para atender la emergencia en Chile.La respuesta del gobierno de Cuba fue instantánea. Dos días después arribaba a Chile un segundo hospital de campaña cubano que prestará servicios en Chillán, una de las zonas más castigadas por el terremoto.

La rápida ayuda cubana -una de las primeras en llegar a Chile- hizo recordar anteriores gestos de solidaridad que la isla revolucionaria ha tenido con Chile. Por ejemplo, durante el gobierno del presidente Salvador Allende, su ayuda en azúcar y otros recursos cuando Chile se vio acosado por el imperio norteamericano y por el sabotaje del empresariado nacional. También centenares de jóvenes chilenos fueron becados para estudiar medicina y otras profesiones en Cuba. Después del golpe militar, miles de exiliados chilenos fueron acogidos en Cuba con fraternal hospitalidad. Y en los años post dictadura, se reanudaron las becas de estudio en la isla, sobre todo en la Escuela Latinoamericana de Medicina de la que han egresado decenas de jóvenes chilenos cuyas familias no podían costearles esa profesión en nuestro país. Todo eso explica que la abnegada labor que realiza el equipo médico cubano merezca el reconocimiento de muchos chilenos que llegan hasta el hospital de campaña instalado en Rancagua no sólo para atenderse, sino para expresar su amistad y cariño a estos representantes de la generosa solidaridad cubana.



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