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LOS MONOPOLIOS DEL DINERO Y DE LA PALABRA

Anonyme, Lunes, Noviembre 24, 2008 - 18:38

Emir Sader

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Los monopolios del dinero y de la palabra

Emir Sader
Carta Maior

La dictadura militar terminó, pero Brasil continuó siendo el país más desigual de América Latina – el continente más desigual del mundo. Continuamos siendo, de esta manera, una dictadura social, en que las mismas elites se apropian, de generación en generación, de lo sustancial de la riqueza material y simbólica, al mismo tiempo que ocupan los lugares del poder político e ideológico.

La transición de la dictadura a la democracia fue política, de sustitución de un sistema por otro, pero ninguna reforma sustancial promovió la democratización económica, social y cultural del país. Al contrario, desde entonces el poder del sistema bancario y financiero solo aumentó, de la misma forma que el poder sobre la tierra, y lo mismo ocurrió con el monopolio privado de los medios de comunicación. (Recordemos que el Ministro de las Comunicaciones del primer presidente civil fue Antonio Carlos Magalhaes que consolidó la distribución del sistema de comunicaciones).

Estos son dos de los principales nudos que obstaculizan la construcción de una democracia con alma social en Brasil: romper la hegemonía del capital financiero y el monopolio privado de los medios.

Las mas altas tasas de intereses reales del mundo, la autonomía del Banco Central, son expresiones de esa hegemonía, lo cual representa una traba para un crecimiento mayor de la economía, para un proceso mucho más extenso y profundo de distribución de la renta, para disponer de muchos más recursos para las inversiones públicas y para las políticas sociales.

La misma política neoliberal que provocó la crisis económica actual en el mundo, llevó en Brasil, al gobierno de Fernando Henrique Cardoso, a quebrar nuestra economía en tres oportunidades. La desregulación liberó el capital para buscar los mayores rendimientos, con menor – o ningún impuesto – y mayor liquidez. Se dio un gigantesco proceso de transferencia de capitales para el sector financiero y, más directamente, para la especulación, promoviendo la financeirización del Estado y de la economía.

Los diagnósticos de consenso sobre las causas de la crisis internacional fortalecen aún más la necesidad de quebrar esa hegemonía del capital financiero. Lo que sólo puede conseguirse acabando con la impunidad de su libre circulación, promoviendo inversiones productivas y desincentivando la especulación. Teniendo una orientación clara de disminución sistemática de la tasa de intereses – que remunera justamente el capital especulativo -, para lo cual es necesario terminar con la independencia de hecho del Banco Central, subordinándolo a una dirección económica única y centralizada del gobierno.

Sin quebrar ese poder del capital financiero, Brasil no podrá dar continuidad al ciclo expansivo de su economía, ahora en un contexto internacional desfavorable. Ese ciclo contó con un gran esfuerzo de inversiones por parte del Estado, con la diversificación del comercio exterior, con la extensión y profundización del mercado interno de consumo de masas. Todo eso a pesar de la tasa de intereses más alta del mundo, a pesar del capital financiero. Un lujo que el país no puede seguir dándose.

De la misma forma, urge quebrar el monopolio privado de los medios de comunicación, que fabrica una opinión pública restricta, condicionada fuertemente por los lazos de la publicidad que financian a los medios. La gran masa mayoritaria de la población brasilera ya demostró que piensa de forma totalmente contraria a lo que los medios afirman, pero no encuentra espacios propios para desarrollar y difundir sus opiniones.

Cualquiera sea la evaluación que se tenga del gobierno de Lula, esos dos nudos constituyen obstáculos al avance económico, social, político y cultural de Brasil en dirección a una sociedad justa, democrática, solidaria y humanista.

Traducción: Insurrectasypunto

Texto en portugués www.cartamaior.com.br

Texto en español: www.insurrectasypunto.org

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