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El Miedo enquistado en la Intelectualidad ArgentinaEduardo R. Saguier, Domingo, Junio 18, 2006 - 21:30
Eduardo R. Saguier
El Miedo enquistado en la Intelectualidad Argentina por Eduardo R. Saguier ¿A que hondas razones culturales, políticas, sociológicas y psicológicas obedece el miedo enquistado en la opinión pública intelectual argentina?, ¿a qué obedece la autocensura, conformidad o resistencia a opinar críticamente sobre cuestiones que hacen a la democratización de la ciencia, el arte y la cultura?, ¿por qué motivos numerosos y consagrados intelectuales vienen callando la dominación autoritaria y facciosa que prevalece en las estructuras de los organismos de cultura argentinos?, ¿por qué motivo el Instituto Gino Germani (IGG) no encaró este drama, y por el contrario en la investigación de Naishtat y Toer (2005), las preguntas formuladas en las encuestas practicadas --a los miembros de los Consejos Directivos de la UBA-- se redujeron a problemáticas de muy relativa relevancia (la representatividad formal)? Difícil es contestar estos interrogantes y aproximar un diagnóstico y una evaluación del trauma sufrido, dada la escasez de pruebas, testigos e investigaciones a las que se pueda recurrir (la mayor parte de los expedientes de estos casos no están al alcance de una investigación pues son confidenciales). Incluso, internacionalmente, los trabajos al respecto --aparte de los clásicos como los de Gouldner (1980) y Collins (1979)-- se focalizan exclusivamente en la clase profesional (Martin, 1991; y Schmidt, 2000). Sin embargo, pese a esta exigüidad, es nuestra obligación intentar ensayar una respuesta que indague en la desidia de la ciencia y la cultura argentina y en la negligente omisión de sus actores, que arroje algo de luz en la crisis que padecemos. Tradicionalmente, la ciencia política ha probado que el miedo es un ingrediente propio de los regímenes fascistas y dictatoriales, donde la principal víctima es el intelectual independiente; y que por el contrario, en los regímenes democráticos, dicho miedo se va extinguiendo a medida que las libertades democráticas se consolidan. No obstante, la actualidad presente en los medios culturales argentinos permite verificar una realidad de signo adverso, pues aunque las instituciones democráticas se han restaurado y el modelo neoliberal fue derrotado, el miedo al poder persiste entre los intelectuales, artistas y científicos, de las ciencias duras y blandas, jóvenes y viejos, y a una escala e intensidad cada vez más crecientes. Una explicación de estas dolorosas supervivencias sería que frente al inconcluso intento de restauración democrática y la parcial derrota experimentada por el neoliberalismo, al no haberse erradicado de cuajo dicha doble herencia –que quedó plasmada en actores cómplices de esas épocas y en prácticas, legislaciones, regulaciones y reglamentaciones antidemocráticas aún vigentes-- no se habría podido afianzar la participación y la confianza mutua de la comunidad intelectual. Una democracia inconclusa sería aquella que preserva escrupulosamente las formalidades y el protocolo, pero donde la transparencia y la sustancia deliberativa, meritocrática, competitiva y exogámica del ejercicio democrático está críticamente ausente, por la falta de voluntad política para oxigenar las instituciones culturales, las que se perpetúan sin autocrítica, y en condiciones herméticas, desjerarquizadas y fragmentadas. Su nocivo ejemplo se derrama a los niveles laterales correspondientes a las profesiones liberales, y a las escalas inferiores de las instituciones educativas, no bastando por ello con modificar sólo la Ley de Educación Superior, sino producir una democratización profunda de todas las instituciones de la cultura, incluidas las referidas a los medios de comunicación masiva. Es decir, una comunidad donde los intelectuales no son físicamente perseguidos por sus opiniones, y donde no existe censura, cárcel ni patíbulo por el “pecado |
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