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Kirchner confirma a la Procesista Girbal de Blacha en el CONICET-ArgentinaEduardo R. Saguier, Sábado, Junio 3, 2006 - 13:25
Eduardo R. Saguier
No se trata entonces de una amnesia psicogénica, producto de un trauma como podría ser el Síndrome de Estocolmo, sino que se trataría de una amnesia manipulada, una fiebre crónica, como el Sindrome de Vichy, fruto de una claudicación moral, si es que alguna vez tuvo conciencia moral o ejerció la ética de la responsabilidad. Kirchner confirma a la Procesista Girbal de Blacha en el CONICET La historiadora e Investigadora Superior del CONICET Noemí Girbal de Blacha, miembro del Consejo Superior de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y ratificada en el Directorio del CONICET por el gobierno de Kirchner, se atribuye en un reportaje publicado en el diario “El Urbano", del barrio de Palermo, en su suplemento de Ciencia y Tecnología titulado "Universo", del miércoles 22 de marzo de 2006, página 2, el status político de “exiliada interna", que habría padecido durante la dictadura del PROCESO. Para demostrar dicho status de “exiliada interna", la ratificada miembro del Directorio del CONICET Girbal de Blacha abusa del olvido y manipula la memoria disponiendo “…de las huellas del pasado en función de los compromisos del presente" (Candau, 2001, 61; Ricoeur, 2004, 572). En ese sentido, para impedir que el recuerdo de su pasado claudicante arrase la imagen que fabula o simula de su identidad presente, la ratificada miembro del Directorio Girbal construye un pasado “fraudulentamente metamorfoseado", con la intención de que sea canonizado, evocando melancólicamente como único antecedente de ese trágico entonces, que “…trabajaba como profesora adjunta del Dr. Benito Díaz, en la cátedra de historia argentina de la UNLP". Asimismo, en el reportaje citado, para enmascarar sus recuerdos humillantes con supuestas memorias enaltecedoras, añade candorosamente que el titular de su cátedra era padre a la sazón de Pablo Díaz, el sobreviviente de La Noche de los Lápices. La confirmada miembro del Directorio Noemí Girbal elige discrecionalmente lo que quiere recordar y no alcanza a rememorar ninguna otra circunstancia que le llegue personalmente y que hubiere acontecido en esos infernales años. Al decir de Jöel Candau (Memoria e Identidad, 2001), la verdad de la Noemí Girbal es lo que ella con vergüenza y esforzadamente oculta, es decir, “el hecho de ocultar es también su propia verdad" (Candau, 2001, 68). No se trata entonces de una amnesia psicogénica, producto de un trauma como podría ser el Síndrome de Estocolmo, sino que se trataría de una amnesia manipulada, una fiebre crónica, como el Sindrome de Vichy, fruto de una claudicación moral, si es que alguna vez ejerció la ética de la responsabilidad o la conciencia moral. Sin ser nuestra paciente y sin poder practicar la cura psicoanalítica por ausencia de credenciales profesionales, es nuestra obligación como colegas historiadores ayudarla a movilizar su memoria, a practicar su duelo, o a lograr la transferencia mediante algunos humildes estímulos de los episodios culturales donde estuvo directamente involucrada, y de los cuales la opinión pública y la comunidad científica tienen todo el derecho a conocer sus pormenores, y porque no también su modesta autocrítica, si es que alguna vez se propone practicarla, especialmente aquellos detalles referidos a la conducción del CONICET en esos trágicos años, en que al personal de la Carrera de Apoyo Dante Guede le fue quitada la vida. En ese rumbo, la historiadora-directorial de la UNQ Noemí Girbal, para alimentar su fábula del “exilio interno" oculta el íntimo vínculo que como Becaria y luego Investigadora de Carrera del CONICET cultivaba con el también profesor titular de Historia de la UNLP, Horacio Juan Cuccorese, quien a su vez fue durante el PROCESO el Coordinador de la Comisión de Historia y Antropología del CONICET, y quien amedrentaba a los postulantes a Ingreso a Carrera que no eran “tropa propia" con la advertencia de que tenían que llenar los formularios de la SIDE. Más aún, la ratificada miembro del Directorio Girbal también alimenta su fábula exculpatoria del “exilio interno" ocultando que en el Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades de la UNLP (donde ella venía actuando desde 1967, cuando ingresó como alumna), habían “desaparecido" en 1977 dos de sus colegas y compañeras de promoción, una de ellas hija del Académico Andrés Allende. También oculta que tanto dicho Allende (padre) como los profesores y académicos Enrique Barba, Benito Díaz y Horacio Juan Cuccorese, de la misma UNLP, nunca habían renunciado a las cátedras cuando ocurrió lo de la Noche de los Bastones Largos (1966) ni se conoce que dichos académicos se hubieren pronunciado públicamente contra la Dictadura de los Bastones (1966-72). Incluso, la confirmada miembro del Directorio Girbal ceba su fábula reivindicativa ocultando el ceñido vínculo que la unía a la Academia Nacional de la Historia, espacio institucional oxigenador de la Dictadura, donde merced a su Secretario General Sr. Poidvent (marido de su socia y actual miembro de la Comisión Asesora de Historia y Antropología del CONICET y autora de refritos históricos en Página 12 Prof. Aurora Ravina), fue premiada en 1976 por su tesis doctoral y alcanzó a publicar media docena de artículos, en el Boletín de la misma, en la revista Investigaciones y Ensayos, y en las separatas de los diferentes Congresos organizados por dicha Academia en 1980 (Conquista del Desierto, Quinto Centenario de la Fundación de Buenos Aires, etc.). Para mayor bochorno, la ratificada miembro del Directorio Girbal nutre dicha fábula del “exilio interno" auto-amnistiando con el olvido su estrecha ligazón con la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC), institución financiada por el CONICET, que fue fundada en 1972 por el ex mandamás del mismo Dr. Tramezzani, dirigida en ese entonces por el Académico José María Mariluz Urquijo y su esposa Daisy Ripodas Ardanaz de Mariluz Urquijo, miembros de la Junta de Historia Eclesiástica, espacio académico donde en 1978 la historiadora-directorial Girbal publicó su tesis doctoral, la misma que había sido previamente premiada en 1976 por la Academia Nacional de la Historia. Y, finalmente, la confirmada miembro del Directorio Girbal alcanza el paroxismo de la manipulación selectiva de la memoria, cuando oculta su estrechísimo vínculo con el Instituto Bibliográfico “Antonio Zinny" (IBIZI), institución donde registra su presencia el Director de la revista nazi Cabildo Antonio Caponetto, y en donde publicó en esos años uno de sus artículos de historia, el más escondido de todo su currículum, razonable motivo que la lleva a ella y al resto del Directorio a aprobar periódicamente sin cortapisa alguna los Informes de los miembros investigadores del IBIZI. Por ese motivo, creo que deberíamos comunicar estos hechos a la Oficina Anti-Corrupción (OA), y llamar urgentemente a Junta Médica que aconseje alguna terapia, algún electroencefalograma, que nos aclare las profundas razones psiquiátricas de esta amnesia selectiva, de esta patológica represión de la memoria, por parte de una activa docente-historiadora de la Universidad más cruelmente golpeada de Argentina, la UNLP, y que paradojalmente como Investigadora Superior del CONICET comparte ahora su Directorio, el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), y lo que es ya el colmo de la usurpación moral --que en breve habremos de denunciar internacionalmente-- la representación argentina ante la National Science Foundation (NSF) y ante la Economic and Social Research Council de Gran Bretaña. Desde dichos notorios y expectables lugares, la ratificada miembro del Directorio Girbal había triunfado electoralmente en las elecciones del CONICET (merced al fraudulento y clientelístico Reglamento pergeñado por el ex Secretario del Bello, que según rumores asesora actualmente al Secretario Tulio del Bono), y celebra “pactos de no agresión" o “acuerdos de cúpula" con los electoralmente derrotados colegas de la Universidad Nacional de San Martín (Tandeter, Sábato, Palacio, Romero), expresados en la Jornada Académica sobre “Tradición y Renovación en las Ciencias Sociales y Humanas", ocurrida en noviembre de 2003 (donde también participaron Oscar Terán, Ernesto Villanueva y Mariano Narodowski, y donde lo llevaron engañado al Prof. Guillermo O´Donnell, el mismo a quien en el CONICET la mafia de Cuccorese & Cía. le había hecho desaparecer el legajo que lo identificaba como Investigador de Carrera). Y desde dichos lugares la ratificada miembro del Directorio Girbal también subsidia sus revistas cautivas (Theomai y Mundo Agrario); y ejerce la discriminación y la persecución de todas aquellas voces críticas que puedan poner límites a su poder y a su mediocridad, y desde donde también encubre la más fenomenal corrupción del sistema científico argentino, responsabilidad de la cual no está exento por cierto el actual Presidente del CONICET Dr. Eduardo Charreau. Eduardo R. Saguier ¿"Exiliada Interna"? En el diario “El Urbano", que es un diario del barrio de Palermo, en su suplemento de Ciencia y Tecnología titulado Universo, del miércoles 22 de marzo de 2006, página 2, se publica un reportaje a la miembra del Directorio del CONICET Dra. Noemí Girbal de Blacha, con foto incluida, en la que se transcribe lo siguiente: “…¿Cuál es el nexo que se da entre el 66 y el 76? A partir del 76 se profundiza lo que se había iniciado diez años antes, a partir de allí la situación es mucho más difícil. La libertad de expresión desaparece. Yo tenía entonces 28 años y era profesora adjunta del profesor Benito Díaz en la Universidad Nacional de La Plata, de donde egresé. El profesor Benito Díaz era el papá de Pablo Díaz –el chico que sobrevivió a la Noche de los Lápices- y puedo asegurarles que no era tarea sencilla enseñar historia argentina del siglo XX en el contexto que nos rodeaba. Esa es mi historia personal, pero creo que se repite en cada uno de nosotros. Abordábamos temas exclusivos, mientras otros quedaban solapados o no se trataban para poder seguir subsistiendo. Por eso digo que no sólo hubo exiliados externos, sino también exiliados internos. ¿Por qué esta idea repercute tan fuerte? A la comunidad científica nos llevó tiempo entender que los exiliados eran de dos tipos, y que quizás la pasaron tan mal unos como otros. El exilio no pasaba por estar dentro o fuera. Aunque el exilio externo es muy duro de interpretar, también es muy duro estar exiliado en el propio país. Y mientras los Comandantes de la Junta obtenían su libertad (a razón de los indultos presidenciales), los científicos sociales todavía seguían pensando en ese exilio externo e interno. En realidad deberíamos pensar el aporte que cada uno pudo hacer, no solo con su ciencia sino con la sociedad. Author: |
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