Hace 30 años se producía otro golpe de Estado, pero no sería una Dictadura Militar más.

No sería una Dictadura Militar más, ésta instalaría en la sociedad Argentina un sistema totalitario, como bien lo describiría en algún momento el maestro Zaffaroni. Con la excusa de traer el orden y la paz y avalado por amplios sectores sociales, se instaló en el país una de las noches más negras que recuerde nuestra memoria histórica. Quizás solamente comparable con las matanzas de los colonizadores o la conquista del desierto.

El 24 de marzo de 1976 se consolidó un proyecto que se venía intentando instalar desde hacía 25 años. Desde 1955 en adelante se negó la participación política a las amplias mayorías populares y sólo con la lucha se logró volver en 1973 a tener un gobierno democrático.

Pero los sectores más dinámicos de la sociedad querían un poco más que simplemente votar cada dos años, querían justicia social, política y económica. Las contradicciones del movimiento nacional y la muerte del líder histórico permitieron el avance del proyecto más injusto y sanguinario que se recuerde. Y dieron el zarpazo, dejando a su paso miles de desaparecidos, muertos, torturados, violados, presos, exiliados externos e internos y exonerados.

Otra vez la lucha del pueblo y las condiciones externas e internas (como la guerra de Malvinas) permitieron el retroceso de los militares a los cuarteles. La Argentina en 1983 recuperó la democracia y entre todos decíamos "Nunca Más". Pero las fuerzas políticas y económicas que habían sido socias de la Dictadura querían impunidad para los ejecutores del Terrorismo de Estado, y bregaron por todos los medios a su alcance para lograrla.

Obtuvieron triunfos: instrucciones para que los fiscales no acusaran, punto final, obediencia debida e indulto (para los pocos militares que habían sido juzgados y condenados). Intentaron imponer la idea de que el Genocidio argentino, con sus campos de concentración no había existido.

Pero desde las entrañas mismas de quienes habían parido a aquella gloriosa generación de luchadores surgió la resistencia. Casi desde el comienzo de la Dictadura las Madres comenzaron a exigir Verdad, Justicia, Aparición con vida y Cárcel a los genocidas. Con el tiempo surgen las organizaciones de Familiares, Presos y varias otras que acompañan estas exigencias. Cuanto más se consolida el proyecto de impunidad más va creciendo la fuerza social de la resistencia y allí también se incorporan los Hijos de aquella generación, para escrachar y denunciar a los asesinos en donde se escondieran.

Y como dicen las Madres, la única lucha que se pierde es la que se abandona, se logra un triunfo popular y el 19 y 20 de diciembre de 2001, amplias fuerzas sociales salieron a la calle y produjeron el Argentinazo para decir basta a la impunidad y a la exclusión. Luego de algunos avances y retrocesos se logra que un gobierno surgido del descalabro institucional y encabezado por un integrante de la generación diezmada, reconozca la lucha y pida perdón en nombre del Estado por todas las atrocidades cometidas contra el Pueblo Argentino.

Y comienza a desandarse el camino de la impunidad. Se anulan las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y se las declara inconstitucionales, se reabren los juicios contra los genocidas, se los encarcela, se reconoce la lucha encabezada por las Madres en las personas de los Hijos.

Porque sin Verdad, Justicia y Solidaridad no creemos que se pueda construir un Patria Para Todos, queremos Verdad para saber donde están y quienes se llevaron a nuestros compañeros Desaparecidos, Justicia para que los asesinos genocidas y sus cómplices civiles sean juzgados, condenados y encarcelados por sus crímenes aberrantes y Solidaridad de todo el pueblo para con quienes de una u otra manera sufrieron el Terrorismo de Estado.