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La calumnia y la mentira: armas de Uribe contra la oposición

Anonyme, Sábado, Febrero 11, 2006 - 23:42

Hugo Paternina Espinosa (Rebelión)

El presidente candidato

Ya se ha vuelto normal que Uribe se vaya lance el ristre contra sus opositores y les acuse de todo tipo de perversidades. Y lo peor, sin prueba alguna. A las ONGs nunca le ha podido comprobar que son una prolongación de las organizaciones insurgentes como en un abierto ejercicio de incontinencia verbal dijo, y tampoco a Navarro Wolf le ha podido demostrar las acusaciones contra él proferidas. De igual modo la justicia no ha podido probar de que éste o su otrora organización armada, el M19, hubiesen entrado al palacio de Justicia complicitados con el narcotráfico. Solo una mente calenturienta podría pensar así y no dudo que la del candidato presidente lo es. Así, cuando las pruebas faltan y se le exige respeto al primer magistrado de la nación por sus hirsutas calumnias; las disculpas no duran en llegar, no siempre sinceras por demás, pues en el fondo se insiste en la contumacia de sembrar la duda sobre el (los) personaje (s) atacados o vilipendiado (s), lo que parece ser una fiera y bien premeditada estrategia tendiente a silenciar a los opositores de su gobierno y en esta coyuntura a los otros aspirantes a la presidencia.

Un nuevo episodio de este tenor se ha vuelto a presentar y ahora la victima es el exconsejero de paz, ex ministro de Defensa, Senador y hoy precandidato a la presidencia de la republica por parte del partido liberal, Rafael Pardo Rueda. Éste, confeso uribista hasta hace pocas semanas atrás, pues es de recordar que fue impulsor del referéndum, entusiasta militante de la reelección, referente inmediato dentro de la bancada uribista en el Congreso y un apoyo fundamental a la política de Seguridad democrática, con la cual coincide en sus presupuestos nodales; ha sido acusado por importantes funcionarios del gobierno, en particular por Luis Carlos Restrepo, Alto Comisionado de Paz (psiquiatra del régimen) y por el Presidente mismo, quien pudiera creerlo, sin prueba alguna, de propiciar un acercamiento con las FARC, a fin, según Restrepo, Uribe y Juan Manuel Santos, de cerrarle el paso a la intención del hoy candidato presidente de ser reelegido en las próximas elecciones.

Este escándalo, bulo podría llamarlo, fabricado en los pasillos de la Casa de Nariño y con todas las perversidades habidas y por haber, es tan grotesco y chapucero que no deja de causar repudio y hastío por quienes lo fabricaron, y nos pone de presente las pequeñeces de quienes lo urdieron, incluida las del candidato presidente. Es hora de recordarle a Uribe que en política no todo vale como pensaba Maquiavelo. No hay que ser un erudito en ciencia política para saber que ni Pardo podría haber presentado una propuesta a las FARC para cerrarle el paso a Uribe y mucho menos que esta organización insurgente estaría dispuesta a conversar sobre el particular con un personaje que hasta hace unas semanas atrás era y es un fiel seguidor de la política de seguridad democrática, del Plan Colombia y el plan patriota, y que fue en sus cargos como exconsejero y como ex ministro de defensa en los gobiernos de Virgilio Barco Vargas y Cesar Gaviria Trujillo, respectivamente, quien mas espíritu antifariano demostró y patento, y aún patenta.

Este miserable acto, urdido, gestionado y popularizado desde y por la Casa de Nariño, incluido su principal huésped y lejano de toda ética política, permite realizar, sin embargo, una lectura en diversas direcciones. Desde el escenario jurídico, pues se muestra a las claras la capacidad que tiene el actual gobierno, empezando por su cabeza visible, el presidente Uribe, de prefigurar delitos a todo aquel que pueda representar una amenaza a su aspiración reeleccionista o a cualquier acto de gobierno. Del mismo modo pone en evidencia lo irresponsable de este gobierno que profiere toda suerte de mentiras y calumnias contra sus ciudadanos sin tener ninguna prueba sobre las incriminaciones que sobre ellos se hacen. El abuso de autoridad es notorio y repudiable. Asimismo se logra percibir de manera clara y contundente que el Estado de derecho, lo poco que existe de el en Colombia, quiero decir, se evapora y a ritmo acelerado en las manos de Uribe. El caso de Pardo demuestra, como también lo han demostrado innumerable detenciones masivas e ilegales en otros momentos, que la presunción de inocencia bajo el uribismo es una parodia.

Desde el punto de vista político se puede apreciar que el gobierno ha desconocido y desconoce el más elemental respeto por la oposición y deja clamorosamente patentado que ella no tiene ninguna garantía de cara a la contienda electoral por la presidencia y tampoco en lo que a las corporaciones públicas se refiere. El país esta paraquiado y Uribe lo tolera. Así, no es de recibo que el Presidente del principal partido Uribista, el señor Juan Manuel Santos, manifieste del modo en que lo hizo, (en una rueda de prensa) y ante la pregunta [1] al parecer previamente acordada y realizada por la periodista Isis Durán, de RCN, (muy buena en todo sentido, por demás, dice Santos), y quien hasta hace poco había trabajado en la Casa de Nariño, que el senador Pardo se había confabulado con las FARC para enfrentar a Uribe. Ello es una información de seguridad nacional dijo en su momento Uribe y también Luis Carlos Restrepo. ¿Y si es así qué hace esta información en manos del jefe de unos de los principales partidos de la reelección de Uribe? Todo apunta a que esto fue craneado y milimétricamente organizado desde la Casa de Nariño; convertida en un bunker de la reelección, lo que contraviene y sin más la ley de garantía electoral, pues ésta concibe de manera expresa que ningún bien del Estado puede ser utilizado por el candidato presidente para uso electoral. Resulta inverosímil de creer que Uribe no supiera de esta trama contra Rafael Pardo y que ella fuera sólo una acción del Alto Comisionado de Paz y de Juan Manuel Santos.

Todo este senalamiento contra Rafael Pardo se produce en un momento en el que el presidente Uribe acosado por las denuncias de la oposición y por cercanos uribistas, léase Gina Parody, habían denunciado una importante presencia de reconocidos narcoparapoliticos en sus principales partidos reeleccionistas: El Partido de la U y Cambio Radical, lo que lo habría llevado a tomar la decisión de marginar a algunos de ellos de las listas de tales partidos, a los más visibles obviamente. Los menos visibles siguen en las mencionadas listas o en su defecto los expulsados buscaran el aval en el partido Colombia Democrática de Mario Uribe, primo del Presidente y donde están los más entusiastas admiradores de personajes tan detestables como Salvatore Mancuso y Don Berna. Allí están entre otros: Miguel Alfonso de la Espriella (compadre de Uribe Vélez), Rocío Arias,



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