El 22 de enero Bolivia vivía su fiesta, uno de sus hijos de sangre aymara asumía como presidente y sus paisanos no guardaban sus emociones. Viniendo desde el aeropuerto pasando por El Alto hasta llegar a la Paz, a los costados del camino y subidos a los puentes se alzaban las manos para saludar a las delegaciones extranjeras. Ya en la Plaza Murillo que empezó a colmarse desde las siete de la mañana, se podía apreciar en los miles de rostros curtidos, surcados de arrugas, en los ponchos y polleras y en las miradas profundas y esperanzadas, los siglos de opresión y resistencia hechos personas.

Pero el triunfo de Evo no se queda solamente en esta importante reivindicación histórica, sino que se inserta en una realidad actual que trasciende las fronteras bolivianas. Los pueblos originarios de todo el continente -ampliamente mayoritarios en varios países- verán potenciadas sus luchas y todo indica que ha llegado la hora de obtener el reconocimiento de sus derechos políticos, culturales y sociales.La repercusión en el plano internacional pudo apreciarse en el interés que mostraron por recibir a Evo Morales países como España y China, además de Brasil, Cuba y Venezuela. Aquí mismo en Argentina preguntémonos cuándo generó tanto debate la posibilidad de que un presidente boliviano electo visite o deje de visitar nuestro país.

El 22 de enero Bolivia vivía su fiesta, uno de sus hijos de sangre aymara asumía como presidente y sus paisanos no guardaban sus emociones. Viniendo desde el aeropuerto pasando por El Alto hasta llegar a la Paz, a los costados del camino y subidos a los puentes se alzaban las manos para saludar a las delegaciones extranjeras. Ya en la Plaza Murillo que empezó a colmarse desde las siete de la mañana, se podía apreciar en los miles de rostros curtidos, surcados de arrugas, en los ponchos y polleras y en las miradas profundas y esperanzadas, los siglos de opresión y resistencia hechos personas.

Pero el triunfo de Evo no se queda solamente en esta importante reivindicación histórica, sino que se inserta en una realidad actual que trasciende las fronteras bolivianas. Los pueblos originarios de todo el continente -ampliamente mayoritarios en varios países- verán potenciadas sus luchas y todo indica que ha llegado la hora de obtener el reconocimiento de sus derechos políticos, culturales y sociales.La repercusión en el plano internacional pudo apreciarse en el interés que mostraron por recibir a Evo Morales países como España y China, además de Brasil, Cuba y Venezuela. Aquí mismo en Argentina preguntémonos cuándo generó tanto debate la posibilidad de que un presidente boliviano electo visite o deje de visitar nuestro país.

Precisamente esta situación externa favorable es una de las cartas más fuerte que tiene el nuevo gobierno boliviano frente a los enormes desafíos que le esperan para administrar y cambiar la realidad del país más pobre de América del Sur. El respaldo evidenciado de los gobiernos de Lula, Chávez y Kirchner es fundamental y constituye un paraguas político fuerte frente a las presiones de los EEUU y la oligarquía nativa . A esto hay que sumarle el activo papel de Venezuela conducida por Chávez que sabe como nadie que la renta del petróleo debe ser orientada a los servicios de la independencia en todo el continente y no dudará en llegar solidaria como lo hizo en nuestro país cuando la crisis energética y ahora mismo con el tema de la deuda externa.

También tendrá este país hermano asolado por la miseria y la exclusión el aporte invalorable de la experiencia de la revolución cubana en el terreno social y de la educación. Si a este factor externo lo conjugamos con el consenso político que significó el triunfo del 18 de diciembre pasado en primera vuelta con el 54% de los votos y la posesión de recursos naturales en alza como el gas, podemos concluir que el proceso boliviano tiene condiciones más que propicias para consolidarse y llevar al país por el sendero del progreso y la justicia social.

En este sentido ya dio pasos firmes en la designación de su gabinete, con las Fuerzas Armadas, y manteniendo su firmeza con el tema de los hidrocarburos. Ya mirándolo desde nuestra perspectiva como integrantes de Barrios de Pie, tenemos en el país vecino una experiencia para estudiar y tener en cuenta, sobre todo en lo que se refiere al paso de la construcción social a la construcción política.

En esta Argentina conducida por Néstor Kirchner que avanza para dejar atrás las lacras del neoliberalismo tenemos que conformar el instrumento político que nos permita a los sectores más humildes de los barrios compartir un proyecto con otros sectores sociales, para así dar batalla en todos los terrenos.

Debemos tomar el ejemplo de Bolivia, en la construcción de un nuevo movimiento político. Así como el MAS llevando la lucha de los cocaleros y de los pueblos originarios, han sabido sumarla a la de los intelectuales, los trabajadores y demás sectores, para dar una respuesta de conjunto que necesita la nación boliviana. Esta experiencia nos tiene que servir para fortalecer el debate sobre los caminos a seguir hacia la independencia de nuestra patria.