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Arrogancia y Prepotencia Academica en las UniversidadesAnonyme, Lunes, Abril 4, 2005 - 08:01
Joseph Chakkal Abagi
Aquellos docentes cuyo ego es inalcanzable, que ningún alumno puede destacársele, y cuya actitud es arrogante o prepotente, tiene que auto revisarse emocionalmente Profesores: ¿exigentes o acomplejados? Por Joseph Chakkal Abagi Este artículo se refiere únicamente a esos docentes cuyo historial evaluador está caracterizado por calificaciones reprobatorias en su mayoría, sin el menor ápice de preocupación por su metodología catedrática posiblemente inadecuada, ni por la formación universitaria del estudiante. Exonero al profesorado íntegro y honesto, cuyo desempeño ético y meritorio reflejan profundo interés académico por el estudiantado. Se comprende que existan materias académicas más complejas que otras, que exigen más esfuerzo del estudiante, que conforma parte de esos "filtros" sobreentendidos que separan a los estudiantes en dos grupos, "los verdaderamente interesados en continuar en la carrera y los que no están dispuestos a realizar mayores esfuerzos". Pero de ahí -a que haya profesores despiadados académicamente- dista un buen trecho. La principal labor de un verdadero profesional de la enseñanza es la de FORMAR, para luego evaluar... y no esto último. Pacientes jóvenes que acuden a terapia relatan espontáneamente "la jactancia de ciertos profesores a nivel de tecnológicos y universidades, que pregonan que ninguno de sus alumnos obtienen una calificación mayor de 10 ó 13, a lo sumo". Son docentes cuyos estudiantes resultan reprobados en su mayoría, cuando estos mismos estudiantes rinden notoriamente mejor en otras materias. Tal contraste es extraño. Que un estudiante cuyas calificaciones en general se ubiquen en el percentil 20 superior, de repente apenas obtengan un 05 o un 10. O el estudiante se descontrola severamente, perdiendo su capacidad... o el profesor está errado en su metodología de enseñanza y/o de evaluación. No resulta lógico que un grupo estudiantil determinado oscile alrededor de 60 puntos (sobre 100) en muchas materias... de repente resulte reprobado en su mayoría. Más aún, cuando hay precedentes de calificación injusta por parte de ese docente. En muchos países y universidades internacionales reconocidas, eso ameritaría una seria investigación sobre ese docente. Si bien es cierto que un docente tiene autonomía para formar y evaluar, no menos cierto es que -hay ciertas normas y expectativas que debe cumplir en sus funciones- según al plantel e institución a la cual pertenece. Básicamente su compromiso es "más con los estudiantes" que con la misma universidad. Todo estudiantado tiene derecho a una enseñanza y evaluación justa, e inclusive a una revisión de pruebas y exámenes, sobre todo cuando se trata de un universitario aplicado a otras materias. Aquellos docentes cuyo ego es inalcanzable, que ningún alumno puede destacársele, y cuya actitud es arrogante o prepotente, tiene que auto revisarse emocionalmente. Para empezar, mientras más evolucionados somos, más humildes nos tornamos. Esa arrogancia catedrática es señal de ignorancia y de temor. Mientras más desconcertada es la actitud del docente, mayor es su conflicto personal (que se está reflejando en su profesión). El silencio del estudiantado ante este panorama es comprensible, aunque inefectivo. Temen las represalias académicas y posiblemente han sido tristes testigos de estériles denuncias anteriores. Es un serio problema que debe ser abordado por las autoridades universitarias. La excelencia del docente se percibe a través de su don de gente, su don de entrega, en su habilidad para transmitir en forma sencilla temas más complejos, en sus alumnos exitosos académicamente, se concentran en explicar las soluciones, más que en el problema. El buen profesor sabe traducir los libros, al lenguaje del discípulo. Sabe interpretar el texto académico y la necesidad básica de sus estudiantes; su propósito es que "capten el mensaje" así tengan que repetirlo desde diferentes ángulos, se preocupa y frustra frente al bajo rendimiento académico a sus alumnos, al punto de buscar alternativas. Sólo se jacta y enorgullece cuando la mayoría de ellos asimila apropiadamente la materia. Entonces, siente realizada su labor profesional. Afortunadamente en nuestro país son muy pocos este tipo de docentes acomplejados, quienes merced a una baja autoestima y pobre autoimagen, compensan sus necesidades "mostrándose superiores a sus alumnos". Falsa premisa, pues a veces la evaluación académica ni es objetiva ni es imparcial. Nadie es superior a nadie, ni siendo Suma Cum Laude. Cabría preguntarle al docente cuyos grupos estudiantiles generalmente resultan reprobados o de bajas calificaciones, ¿cómo se siente al respecto?.. y ¿cuál es el propósito de su enseñanza?.. ¿cuál es su función?.. ¿qué esta haciendo para evitar que sus actuales alumnos no padezcan del mismo trauma académico, que los anteriores?.. ¿cómo explica que estos mismos alumnos resulten aventajados en otras materias? Hay que aplaudir a aquellos docentes que siendo exigentes inspiran dedicación, respeto y motivación a sus alumnos. Saben estimular y sirven de ejemplo como profesionales íntegros. Respetan al estudiante, como a cualquier persona, y como tal, comparten sus inquietudes universitarias. Al buen profesional de la enseñanza, le duele el bajo rendimiento de sus alumnos. Hace algo al respecto. Es su deber ético y moral, de otra manera no sería un docente exitoso y admirado. |
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