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Vorágines piqueteras

Anonyme, Viernes, Diciembre 12, 2003 - 10:46

por sebastian hacher / gustavo mujica ((i)) •

Vorágine piquetera, de Lanús a Congreso

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A la noche no hay casi nadie; apenas hay algunos jóvenes que fuman en la puerta de un rancho, sigilosos ante cada ruido que rompe el silencio de sus vidas. Están en cuclillas, como agazapados; nunca conviene bajar la guardia. El Barrio La Fe es uno de los más marginales de la zona, con un 85% de desocupación, calles de tierra -de las pocas que hay en Lanús- y mucha violencia social.

Pero no hay motivos para alarmarse. Ajenos al silencio color sepia de las calles cinco hombres caminan. Algunos llevan guardapolvos envueltos; van a la panadería comunitaria del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), los piqueteros del barrio.

2
La primera vez que vi esa panadería recién estaba naciendo. Fue hace un año y seis meses exactamente, y todavía Darío Santillán - dos semanas antes de que lo mate la policía en el corte de Puente Pueyrredón- caminaba por esas calles. Ahora su cara grita desde las pintadas, los murales, afiches, consignas y las remeras; convertidos en bandera, sus ojos celestes y profundos parecen mirar cada movimiento.

Todo fue creciendo con el tiempo; primero era un horno hecho a fuerza de ingenio, usando fierros viejos y la carcaza de una heladera vieja. Hoy hay de todo; un horno grande, una sobadora, máquina para amasar y varias bandejas. En aquel entonces el pan se hacía casi como un ejercicio de aprendizaje; se amazaban unos pocos kilos a mano, se calculaban los ingredientes y los costos, y se vendía la producción para volver a hacer en ensayo.

Esas mismas manos, hoy expertas, y otras que se sumaron el camino preparan esta noche facturas de todo tipo y color y la masa para el pan. Amasan, soban, cortan, las acomodan y las dejan levando hasta que el otro turno, a las 4 de la mañana, prendan los hornos para completar el proceso de cocción y el decorado.

Cuando los gallos jueguen su duelo anunciando el día habrá pan y facturas para vender a precios de costo o para canjear por paquetes de harina. Y dicen las malas lenguas -siempre las hay- que son las mejores de todo el barrio.

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A las 8 comienza una vorágine difícil de describir. En el fondo de todos, un grupo de madres clasificando la carne que va a usarse para las próximas semanas en el comedor, comparte la mesa con un grupo de jóvenes que hacen serigrafías sobre remeras. Un grupo de hombres va apilando ladrillos, pasándolos de mano en mano, para levantar una pared y arreglar mejor la sala de la panadería. Hombres grandes, mujeres con sus hijos y jóvenes van y vienen todo el tiempo, haciendo diferentes cosas; junto con los otros barrios el MTD cotidianamente hace funcionar una fábrica de bloques, la biblioteca, un taller de herrería, la construcción de hornos de barro, cocción de dulces, pizzas, pasteles y un largo etcétera.

De la bloquera es de donde se pueden extraer mas recuerdos y proyecciones y futuros; los bloques que hizo Darío Santillán hoy forman las paredes un cuarto que, iluminado con su rostro, alberga las máquinas que hoy no se prenderan; Leonardo Santillán, su hermano menor, es uno de los que entró a trabajar ahí, y hoy va a participar de la movilización.

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Los que anoche estaban trabajando en la panadería son de los primeros que vuelven a aparecer a la mañana. A las diez vamos a ir a una movilización hasta el congreso, y no se la quieren perder.

"No hay forma posible de coaccionar a nadie para que venga" me explican muy naturalmente. Lanús es territorio de punteros del Partido Justicialista, que gobierna la zona desde hace tres décadas, y mantiene un estricto control asistencialista sobre parte de las 6000 familias que están en el barrio. A nadie se lo puede amenazar con sacarle el plan si no va una marcha o participa de algún proyecto productivo; todos saben que es mucho mas fácil quedarse en la casa y anotarse para la contraprestación de la municipalidad, que implica limpiar la calle o no hacer nada; eligen por si mismos trabajar en el MTD.

El intento mas serio por terminar con las organizaciones de la zona estuvo en manos de Duhalde en sus seis primeros meses de gobierno, donde contabilizamos en Indymedia la denuncia de alrededor de 50 casos de represión parapolicial, que fueron el prólogo de la masacre de Puente Pueyrredón. Hoy tienen un método diferente; en el barrio hay alrededor de 20 unidades básicas del PJ, con comedores, repartos de bolsas de comida, chapas, etc; como no pudieron con los palos, intentan con la cooptación, pero la mayoría de las veces terminan fracasando, atrapados entre su propia corrupción y los cimientos que el MTD logró sembrar en la zona.

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Cuando somos un grupo nutrido caminamos hasta el asfalto, atravesamos una cancha de futbol y seguimos hasta la parada del colectivo, que nos va a llevar hasta la estación de tren. Es una marcha tranquila, relajada, de quién sabe que va pisando territorio propio. Con los colectiveros hay buena relación, y habilitan enseguida dos micros para viajar cantando y charlando de cualquier cosa; a los piqueteros (fíjese Grondona ¡son humanos!) también le gusta el futbol.

El tren, en cambio, tarda en venir y aprovechan el tiempo para hacer una asamblea. Si bien se viene charlando la convocatoria en alguna asamblea, se juntan para preguntarse mutuamente si hay alguien que se haya sumado a último momento y quiera despejar alguna duda. Como nadie pregunta, hablan dos jóvenes y explican el significado de esta fecha, con la duda de que la democracia se haya dignado a llegar hasta el Barrio La Fe. Y se nombran personajes que todos conocen; Atanasof, Alvarez, Ruckauf, Rodriguez Saa, Chiche Duhalde; algunos de los mentores de la masacre del Puente Pueyrredón que vuelven desde las sombras para seguir practicando su macabro juego de poder.

No es extraño que esos personajes hayan suspendido la toma de posesión; si bien oficialmente se habló de que los diputados tenían cosas mas importantes que hacer, en los pasillos del congreso circulaba insistentemente el texto de convocatoria a la marcha, y parece que no querían ser señalados con el dedo.

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Ya en el tren vamos mezclados con gente que viene de otros movimientos; el MUP (Movimiento de Unidad Popular), Barrios de Pie y el MTR (Movimiento Teresa Rodriguez) son algunos de los que van a participar del escrache y utilizan ese mismo medio de transporte para llegar. Atraído por el título que anunciaba que los piqueteros tendrían relación con la policía bonaerense, en la estación compramos un ejemplar que va pasando de mano en mano.

"Puras boludeces", es la opinión mas autorizada y firme que lanza una compañera; lo que dicen los medios ya no traspasa ni la piel ni los nervios, y el diario no despierta mucha curiosidad; hasta en el formato tabloide se encuentran argumentos para convertirlo en un diario imposible de leer en trenes como este.

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En la estación de Constitución bajamos despacito, y todo el andén se transforma en una lenta peregrinación de banderas, y columnas que comienzan a organizarse.

Y después el subte, que es diferente; las columnas ya están organizadas para entrar cada una por su lado. Los empleados de Metrovias abren los portones y vamos entrando despacito, para esperar el "subte piquetero", que nos llevará hasta Av. de Mayo sin escalas; la empresa, bromea alguno, protege a los usuarios porque no quiere que se mezclen con los desocupados.

Entonces la música; la inconfundible quena de todas las movilizaciones, esa que sabe adaptarse a los ritmos mas variados inunda todo el largo del subte, y anima a todo el mundo a cantar. Y no se detiene, bajamos en Avenida de Mayo con el ritmo pegadizo, revitalizante en los oídos. Las columnas van marchando, y adelante de todo -quizás estandartes son- van los maestros panaderos, cuidando la seguridad o saltando bien alto para que animar al resto.

Entre ellos va Leonardo Santillán, y cuando lo veo a él también saltar y cantar, comprendo que el motivo de esta nota ha sido cumplido, simplemente mostrar que la masa de la historia sigue levando como el pan, por mas que los medios y el gobierno intenten esconderla debajo de la alfombra.

Buenos Aires, 11 de Diciembre del 2003

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