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El porvenir pertenece a la clase obrera

Anonyme, Thursday, February 12, 2009 - 17:26

El año 2008 ha confirmado el hundimiento de la economía mundial en el meollo de una crisis de la cual no saldrá muy pronto. Los signos de una debacle económica mayor del capitalismo, que revelan una vez más la quiebra histórica de este sistema, no dejan de amontonarse.

El año 2009 y los siguientes se abren con la promesa de luchas importantes por todo el mundo, luchas en las que la clase obrera podrá acumular experiencias preciosas para una respuesta masiva y frontal contra los ataques incesantes que le impone la burguesía.

Todos esos charlatanes economistas, políticos, gobernantes, primero trataron de hacernos creer que la crisis se limitaba a la esfera financiera, que se debía sólo a una “demasiada” especulación; pero la crisis ha tocado a todas las esferas de su economía. Nos habían asegurado que “la economía real” (término que inventaron para hablar del sector de la producción de bienes) no estaba amenazada; pero he aquí la recesión, que no perdona a casi ningún sector, a ningún país. Después, con el disfraz de supermagos, esos mismos nos aseguraron que tenían en reserva todo un arsenal de medidas destinadas a frenar la crisis. Y así, han destinado miles de millones de dólares (o de euros u otras monedas) para salvar a los bancos, que a su vez tienen como misión “salvar a las empresas” ofreciéndoles... crédito. Es como tratar de parar una corriente de fango con ayuda de una pala. La corriente de fango se ha convertido en avalancha: todos los sectores, en todos los países, multiplican los despidos que caen por decenas y cientos de miles cada día. Su sistema se ha vuelto una gigantesca maquinaria para producir aún más desempleo y miseria por todo el planeta.

Pero, con todo eso, la burguesía cumple una obra fundamental en favor de la lucha obrera: al arrojar brutalmente a la calle a millones de trabajadores, contribuye al mismo tiempo a tejer las condiciones para una puesta en movimiento masiva y unitaria de la clase obrera por todo el mundo. Es esto lo que pone nerviosos a todos los burgueses.

El porvenir es para la lucha de clases

La clase obrera ha comenzado ya a entablar el combate. Ella sola es capaz de desarrollar una lucha eficaz, masiva, frontal, unida contra este sistema de explotación moribundo y putrefacto.

En Alemania, varios movimientos de huelga se han sucedido en marzo de 2008 en los aeropuertos, transportes, autobuses y trenes regionales, hospitales, guarderías, cajas de ahorro; estos movimientos se daban a continuación de las 7 semanas de huelga en los servicios públicos en 2007 contra el alargamiento de la jornada de trabajo. El número de días de huelga contabilizado está en alza constante en este país conocido por su “paz social” y la política de “diálogo social” de los sindicatos: hubo 18,000 días de huelga en 2005, 428,000 en 2006, y 580,000 en 2007; es una cifra récord desde la de 1993 (593,000 días de huelga, lo que ha hecho decir a los medios de difusión que “los obreros alemanes retoman el gusto por la huelga” (La Gazette de Berlin).

A principios de noviembre de 2008, se desarrollaron huelgas de advertencia. 30,000 asalariados de la metalurgia pararon el 1º de noviembre para reclamar un alza de 8% a los salarios. El 3 de noviembre 2,600 empleados de Daimler (Dusseldorf) participaron en el movimiento; los paros se sucedieron en Ford (Saarlouis), en Opel (Bochum), en la empresa de herramientas Bosch (Giessen) e incluso entre los siderúrgicos de Salzgitter. Alrededor de 5,000 aslariados de Audi (Ingolstadt y Neckarsulm) entraron puntualmente en huelga durante este mismo periodo.

En Italia, a principios de diciembre, 50% de los obreros de la Fiat en Turín se fueron a la huelga.. 200,000 personas se han manifestado en las calles de Bolonia, 50,000 en Milán, 40,000 en Nápoles para protestar contra los primeros efectos de la crisis actual. Estudiantes, retirados, obreros con mantas que decían claramente a los capitalistas: ¡Paguen ustedes su propia crisis!; estos proletarios se dirigían a todos los gobernantes y lanzaban así una consigna en la cual el conjunto de la clase obrera se reconocía. Al principio, los sindicatos habían intentado organizar una “protesta” contra la “mala política de Berlusconi”; además por “seguridad” dirían ellos, o por temor de desbordamientos diríamos nosotros, la CGIL (central sindical) retiró precipitadamente su llamado a la huelga en los ferrocarriles a nivel nacional.

En Alitalia, los empleados no cesan su movilización contra las “reestructuraciones” decididas por la clase dominante. Los sindicatos han programado una serie de jornadas de huelgas, pero son cuidadosamente escalonadas (6 diciembre 2008; 7, 16, 27 de enero de 2009; 9, 20 febrero, etc.) para que no tengan prácticamente ningún efecto sobre la burguesía y para conducir a la desmoralización general de los combatientes.

En Francia, varios movimientos sociales (además de las manifestaciones estudiantiles) se desarrollaron en París y en varias ciudades de provincia (Burdeos, Toulouse, Lille, Marsella, Lyon...). Casi mil personas se han manifestado en Burdeos, a principios de diciembre, al lado de los empleados de la Ford cuya fábrica de Blanquefort está amenazada de cierre. En Douai, el 18 de diciembre, los empleados de varias empresas (Saint Gobain, Auchan, Inoplast, Wagon, Faurecia) se unieron a los obreros de las fábricas Renault puestos en desempleo técnico y, lado a lado con los retirados y los estudiantes han recorrido las calles con la consigna: “contra el capitalismo, la huelga general”. Asimismo, hay movimientos en curso, en particular en los transportes (SNCF -trenes-, TER contra les horarios de trabajo de invierno especialmente) así como en los correos y el sector hospitalario.

La paciencia, la mucha paciencia, la demasiada paciencia del conjunto de los proletarios por todo el mundo no encuentra su razón de ser más que en la esperanza de que una fracción significativa de ellos, en Alemania, Francia, Italia u otra parte, desencadene la batalla, fracción a la cual podrían entonces unir sus esfuerzos.

Al esperar, se someten a las organizaciones sindicales y esperan que éstas organicen la respuesta, cuando éstas solamente pactan, retrasan los plazos, los sacan a pasear en jornadas de acción amañadas, huelgas sectoriales dispersas geográficamente y en el tiempo, manifestaciones-procesiones, formas de “lucha” todas ellas destinadas a descorazonar a los trabajadores. Pero al esperar, la cólera se acumula, se transforma en rabia detrás de objetivos más o menos precisos pero con la certeza de que pronto, muy pronto, habrá que meterse en la lucha.

El movimiento social en Grecia: luchas económicas y políticas

Los movimientos sociales que han abarcado a Grecia a finales de 2008 son la continuación de un movimiento más amplio entablado desde hace ya varios meses en el cual la clase obrera ha tenido un lugar central. En marzo de 2008, millones de trabajadores se habían puesto ya en huelga contra el “plan de revisión” de las pensiones (transportes, hospitales, servicios públicos, ingenieros y abogados), y el 11 de mayo los sindicatos, bajo la presión de la clase obrera, se habían visto obligados a llamara a una jornada de huelga general, lo que después han repetido, sin lograr desvanecer la tensión social creciente. Posteriormente, obreros, desempleados, inmigrantes, estudiantes han recorrido periódicamente las calles de varias ciudades griegas, lado a lado. La cólera solamente se exacerbó desde el 6 de diciembre, el día del asesinato de un muchacho de 15 años a manos de un policía.

Hoy, las muy raras imágenes que los medios de la burguesía proporcionan sobre las manifestaciones de calle, destacan a la vez el carácter espectacular de los enfrentamientos violentos con la policía y la juventud y pertenencia de los manifestantes a las capas estudiantiles.

Lejos de agotarse en vísperas de la tregua de fin de año, la combatividad sigue mostrándose día con día; lejos de quedar reducidas a manifestaciones de jóvenes estudiantes, las filas de los manifestantes, en las cuales se encuentran jóvenes y retirados, activos y desempleados, aumentan cada día y las luchas obreras se desarrollan: huelga de controladores aéreos el 18 de diciembre por un aumento de salarios; huelgas también entre los empleados de los transportes públicos, entre los doctores y los trabajadores de los hospitales. El 18 de diciembre, delegaciones de obreros en huelga en varios sectores concurrieron a una manifestación de estudiantes ante el parlamento.

En varias ocasiones, los locales sindicales has sido tomados por asalto y ocupados por los manifestantes, como en Patras donde los manifestantes han denunciado la política “progubernamental” de los sindicatos y han llamado a una huelga general indefinida, como en Atenas donde la sede de la Confederación General de los Trabajadores de Grecia (GSEE) ha sido ocupada. El movimiento social ha entrado en una fase de enfrentamientos esporádicos con las fuerzas de encuadramiento instauradas.

A partir del 22 de diciembre, el aspecto político del movimiento se ha reforzado. Los contingentes se han multiplicado en varias ciudades. En Alimos (barrio de Atenas), la población se apoderó del sonido instalado con ocasión de las fiestas de navidad y los micrófonos fueron utilizados para leer comunicados que demandaban la liberación de los detenidos, el desarme de la policía, la disolución de las brigadas antimotínes, la abolición de las leyes de excepción. En Volos y en la Isla de Lesbos, las estaciones de radio han servido para comunicar las reivindicaciones de los manifestantes. En Ptolemaida, así como en Ioannina, los árboles de navidad de las municipalidades han sido redecorados con los comunicados de las luchas, fotos de las manifestaciones y de Alexandros Grigoropoulos, el muchacho asesinado (1).

Pero, a favor de la burguesía, la actitud de la izquierda y de las organizaciones sindicales, ha sido la de dedicarse completametne a contrarrestar la amplitud del movimiento: alternativamente, estos han soplado el viento del “radicalismo” cuando los obreros llaman a organizarse por sí mismos, o bien la tempestad del “democratismo” llamando a alinearse detrás de ellos para exigir una dimisión del gobierno instaurado y la preparación de nuevas elecciones. La burguesía sabía perfectamente que podía contar con los sindicatos y la izquierda; su prensa, además, ha reclamado abiertamente la ayuda de la izquierda: “Los ciudadanos o el KKE (Partido comunista griego) deben decidir restaurar el orden público y la protección del sistema democrático si la policía no es capaz de hacerlo” (Avriani, periódico de derecha). De hecho, el KKE no ha esperado a este “llamado”; desde el 9 de diciembre, tan sólo tres días después del asesinato de Alexandros, el comité central tomó la delantera de la propaganda antiobrera amalgamando a los estudiantes con los hooligans manipulados por “fuerzas de fuente interna y externa al país”, denunciando públicamente “la violencia ciega de los alborotadores encapuchados” y los “incendios ciegos” (comunicado de prensa del CCE del KKE del 9 de diciembre).

Sin embargo, la realidad de la lucha, tal como se desarrolla masivamente en la actualidad en Grecia es muy diferente; concierne al conjunto de la población y, en primer lugar por supuesto, a la clase obrera.

Al atacar violentamente a la policía y los edificios públicos, representantes locales de las instituciones burguesas, la población griega no busca solamente vengar la muerte de Alexis(2). Expresa su rechazo a este tipo de Estado y contribuye a plantear la cuestión social en el terreno político.

El asesinato a sangre fría de Alexandros no tiene nada que ver con un error accidental. El policía que disparó fríamente contra un adolescente de 15 años solamente ha cumplido hasta el fin la “misión” que corresponde a la policía y al Estado en general, esta “misión” que consiste en hacer respetar, por todos los medios, la “paz social”. Es esto lo que los trabajadores en Grecia han comprendido e integrado a su descontento.

Entre más la burguesía y sus Estados se encuentran en peligro, más recurren a las macanas, al terror para intentar hacer respetar “su orden”. En periodos de crisis aguda, los oropeles democráticos caen, las instituciones encargadas de hacer respetar el orden de los Estados (sindicatos, policía, jueces...) se endurecen, su verdadera “misión” se muestra a la luz del día.

Porque hay que ser claros: lo que hemos visto no es una “característica” propia del Estado griego cuyo gobierno estaría particularmente frágil.

Es la continuación lógica, el completo resultado de lo que veremos desarrollarse cada vez más por todas partes, incluso (y sobre todo) por parte de los gobiernos “democráticos” y de su policía.

Así, por ejemplo, actualmente en México, en algunas ciudades “populares”, las operaciones de la policía federal, con helicópteros, y la presencia permanente de convoys de policías y soldados fuertemente armados se vuelve una cosa corriente.

Grecia nos ofrece un primer ejemplo, aún en estado de esbozo, de una situación en la que los problemas económicos y políticos se entrelazan, se cruzan o pasan alternativamente al primer plano de las preocupaciones de los proletarios. No porque estos hayan entrado consciente y abiertamente en lucha contra el Estado, sino porque la situación les impone cada día, en la lucha, un conjunto de problemas a resolver, cuestiones por zanjar y tareas concretas por plantear y realizar. Se puede afirmar en este sentido que los acontecimientos en Grecia plantean un jalón importante en la confrontación inevitable que tiene y tendrá cada vez más la clase obrera con el Estado burgués.

Sin embargo, si la lucha en Grecia no es rápidamente tomada a cargo por los sectores centrales de la clase obrera griega, únicos capaces de asegurar el desarrollo y la extensión, si no es relevada al nivel de los grandes centros industriales de Europa especialmente, necesariamente se agotará y caerá en una derrota.

Extensión y unificación de las luchas

La lucha entablada por los trabajadores en Grecia constituye un llamado al desarrollo de las luchas por todo el mundo. Por otra parte, la imposibilidad en la cual se encuentra actualmente la burguesía de recurrir a los viejos esquemas de dispersión de los ataques, crea las condiciones para una respuesta rápida y masiva, que abra inmediatamente la vía a una perspectiva de unificación de las luchas.

En los movimientos de huelga actuales se expresan impulsos hacia la superación del corporativismo, de las viejas divisiones que mantien y explota la burguesía, especialmente gracias a los sindicatos, entre sectores económicos e industriales, entre empresas, entre obreros y empleados, entre trabajadores activos y desempleados, etc. Pero esta superación implica otro contenido en las luchas al crear una relación de fuerzas favorable, al unirse por encima de los sectores industriales, los obreros afirman sus intereses como clasey la vía hacia una confrontación política contra el conjunto de la organización social, contra el Estado de la burguesía, se vuelve entonces cada vez más inevitable.

La fuerza de los obreros es su unidad y su capacidad para golpear en conjunto para defender sus intereses comunes.
Pero la construcción de esta unidad, la clase obrera deberá emprenderla combatiendo abierta y conscientemente todo lo que divide sus filas de manera abierta y concreta. Es una acción consciente, voluntaria, que encuentra su vía en la práctica de la lucha misma, en la toma del control y la organización de ésta:

    • mediante asambleas generales, en el interior de las cuales se construye concretamente la relación de fuerzas, donde se deciden colectivamente las acciones a llevar a cabo (decisión de ponerse en huelga, decisiones sobre las modalidades, etc...); mediante asambleas que son abiertas a todos los trabajadores y que se llevan a cabo tantas veces como sea necesario, según las necesidades de la lucha;

    • mediante manifestaciones comúnes masivas en las que los trabajadores y desempleados, todas las categorías sin distinción, se reencuentran, discuten, y tejen vínculos nuevos que multiplican su voluntad y su combatividad, en las que pueden intercambiar sus experiencias y reforzar así su conciencia;
    • mediante el envío de delegaciones masivas para buscar la solidaridad activa hacia los trabajadores de las empresas de alrededor, hacia las poblaciones obreras y los desempleados...

En este plano, la gran simpatía que encuentra el movimiento en Grecia da testimonio de un rechazo creciente y compartido hacia este sistema de explotación y represión. La experiencia que se desarrolla en este país despierta por todas partes la atención de una clase obrera lista a movilizarse. El movimiento obrero internacional sigue con gran interés esta experiencia, como lo muestran las numerosas manifestaciones que han surgido en varias grandes ciudades de Europa especialmente, en solidaridad con el movimiento y los manifestantes acusados. Sin embargo, estas manifestaciones de solidaridad aisladas siguen siendo grandemente insuficientes. Sólo la solidaridad activa, mediante la entrada en lucha masiva e inmediata de los trabajadores, sobre su propio terreno de clase, podrá hacer retroceder a la clase dominante.

Actualmente la cuestión de la organización de las luchas vuelve al primer plano. Está directamente ligada con la confrontación, en el interior mismo de la lucha, con los defensores del capital, especialmente los sindicatos, las fuerzas de encuadramiento de izquierda y los izquierdistas. El fondo de comercio de estos últimos es el sindicalismo de base que les permite autoproclamar una falsa centralización de la lucha improvisando y tratando de imponer todo tipo de comités, colectivo y otras coordinaciones “listas para usarse” que con frecuencia han preparado con meses de anticipación, antes de que los obreros concernidos esten listos para organizarse por ellos mismos, con el objetivo de obstaculizar el verdadero proceso de toma de control y de organización de la lucha.

“Los 'lugares', o las formas de organización unitarias, es decir que abarcan al conjunto de los trabajadores a partir de sus lugares de trabajo, son también el teatro del combate de clase, del enfrentamiento entre la clase obrera y las fuerzas burguesas en el medio obrero, sindicatos partidos de izquierda e izquierdistas.
La experiencia de los años 1980 ha mostrado cómo los sindicalistas de base y los grupos trotskistas y anarquistas fueron capaces de encerrar las luchas obreras, las coordinadoras de ferrocarrileros y de enfermeras (1986, 1987 y 1988) en la corporación, de ahogar la extensión de las luchas, apoyándose en la voluntad 'asambleísta' de los obreros para dominar y controlar sus luchas sin dejarlas en las manos de los sindicatos. Igualmente, y en sentido contrario, la experiencia de diciembre de 1995 en Francia muestra claramente que la realización general y sistemática de asambleas, su carácter democrático y soberano (discusión y voto), no les había dado un 'contenido de clase' como dice Trotsky, y había podido dejar completamente el control y la dirección de la lucha a los sindicatos. (...) La necesidad de organizarse está directamente impuesta en función de las necesidades inmediatas de la lucha: rechazar los acuerdos sindicales, rechazar los preavisos de huelga y cualquier otra reglamentación sindical de la huelga, lanzarse a la huelga, extenderla, etc.... Es decir, que la cuestión de la “toma de control de las luchas por los obreros” está directamente ligada a la cuestión del enfrentamiento con la burguesía, especialmente con su principal caballo de Troya en el interior de las luchas, es decir, los sindicatos y el sindicalismo. Es decir también que las formas de organización de la lucha van a ser el objeto de un combate entre las clases, los obreros luchando para que estén al servicios del desarrollo del enfrentamiento de clases, los sindicatos y los izquierdistas luchando para fijarlas en nombre de la democracia obrera y así vaciarlas de todo contenido de clase.”
(La cuestión de la forma de organización de la lucha obrera, Boletín comunista 23, 10 de febrero de 2004).

Al desarrollarse masivamente en los principales países del corazón del capitalismo, la combatividad obrera necesariamente va a cristalizarse, consolidarse y homogeneizarse alrededor de consignas y orientaciones comúnes; sobre este camino, la cuestión política de la organización de la lucha va a plantearse concreta y cotidianamente.

Lo que constituye hasta ahora una nueva ola de luchas (de las luchas en Grecia a las de Alemania, Italia o, en menor medida, en Francia...) tiene todas las posibilidades de convertirse en un verdadero torrente a través del mundo bajo el efecto de la violencia de los ataques económicos conjugada con la represión; y en particular donde existen o pueden reforzarse plenamente los fundamentos para tal torrente, es decir, en todos los países centrales del capitalismo en los que la clase obrera está más concentrada y tiene mayor experiencia.

Corresponde a estos batallones proletarios del corazón del capitalismo unirse y amplificar sus luchas, tomar el control de la organización y el desarrollo de éstas, condiciones necesarias para hacer retroceder a la burguesía.

Tal es la responsabilidad mayor del proletariado, tal es lo que está en juego en la situación actual.

Diciembre de 2008.

Notas:
1. La mayor parte de las informaciones citadas pueden consultarse en el sitio de"Solidarité ouvrière" :
http://communisme.wordpress.com/category/luttes-de-classes.
También se encuentran -más raramente- algunos elementos concretos en los despachos de AFP y Reuters.
2. Es lo que claman los manifestantes en sus mantas: “Llorar no es suficiente, la lucha continúa”.

Boletín Comunista 45 - FICCI

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