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CUANDO LA MENTIRA SE VUELVE INSPIRACION DIVINAAnonyme, Saturday, July 1, 2006 - 03:53 (Analyses | Democratie | Droits / Rights / Derecho | Globalisation | Guerre / War | Imperialism | Politiques & classes sociales | Religion | Resistance & Activism | Solidarite internationale) CON MOTIVO DEL CONGRESO DE LOS BAPTISTAS, CONDOLEEZZA RICE TOMO LA PALABRA PARA DAR EL TESTIMONIO DE LA ADMINISTRACION BUSH EN CUANTO A SU MISSION DIVINA Y A SUS COMPROMISOS INTERNACIONALES. EN UNA CARTA ABIERTA A LA SENORA RICE, EL AUTOR PONE DE RELIEVE LAS CONTRADICCIONES QUE EXISTEN ENTRE LOS PRINCIPIOS EXPRESADOS Y LAS POLITICAS DESARROLADAS POR LA MISMA ADMINISTRACION BUSH. CUANDO LA MENTIRA SE VUELVE INSPIRACION DIVINA La secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice a la convención anual de los Bautistas del Sur, 14 de junio de 2006, Greensboro Señora, Durante la convención anual de los Bautistas del Sur, el 14 de junio último, Ud. tomó la palabra oficialmente para explicar el compromiso de su presidente y su administración en los destinos del mundo. «El presidente Bush y yo misma compartimos la convicción de que América puede y debe ser una fuerza de bien en el mundo. El presidente y yo creemos que los Estados Unidos deben seguir comprometidos como líder del mundo de sucesos más allá de nuestras fronteras. Creemos esto porque estamos guiados por el mismo principio persistente que da nacimiento a nuestra propia nación: la dignidad humana no es un don del gobierno y sus ciudadanos, ni un don de los hombres entre ellos, es la gracia divina a toda la humanidad.» Por empezar, Senora, usted no ignora que son numerosos los dirigentes en el mundo que se consideran una fuerza del bien. Hace muy poco su presidente recibió una correspondencia de su homólogo iraní, creyente, él tambien, en un Dios único, del cual testificaban los patriarcas y los profetas al origen del judaismo, del islamismo y del cristianismo. Su invitación a reflexionar sobre las responsabilidades que incumben a los dirigentes que proclaman, en el ejercicio de sus funciones, su fe en ese dios, no tuvo eco de su parte. Sin embargo, él también se ve como una fuerza del bien. Podríamos citar a varios que, como ustedes y como el presidente iraní se ven como una fuerza del bien. Es decir que la noción del bien es relativa y que sólo los gestos resultantes pueden clarificar el sentido. Toca a cada uno de nosotros ver los frutos de vida que generan nuestras acciones y las de los demás. ¿No piensa usted que se impone un serio examen de conciencia a su administración? En segundo lugar, el motivo que usted invoca para justificar el compromiso de los Estados Unidos fuera de sus fronteras se entiende más, según la comprensión que tengo, en el sentido contrario de la conclusión que usted saca. En efecto, si la dignidad humana es una gracia divina a toda la humanidad y que aquella no es el producto de la acción del gobierno que sea, ¿entonces por qué el gobierno de los Estados Unidos «debe seguir comprometido como líder de sucesos más allá de sus fronteras?» A menos, evidentemente, que usted perciba a su país, al ejemplo de las iglesias, como vehículo y dispensador de esta gracia divina. Ustedes no serían el primer país ni el primer gobierno que se creyese investido de tal misión. La historia de esos enviados de Dios, de esos iluminados, que cuentan más en la fuerza de sus armas que en la acción discreta y desinteresada de un servidor de la humanidad, no conservará hoy más que desastres a su paso. Son poco numerosos quienes han seguido la consigna del Evangelio «Ve y vende todos tus bienes, entrega el beneficio a los pobres y sígueme.» Usted concordará conmigo en que no se trata de la imagen que da su administración y menos la que se refleja en la política exterior de su país. Usted continúa su exposición elogiando la libertad que bendice a los ciudadanos americanos. Usted expresa un ideal para todos los pueblos al servicio de los cuales usted actúa de forma completamente desinteresada: «Nosotros nos erguimos por ideales que son más grandes que nosotros mismos, y recorremos el mundo no para robarlo, sino para protegerlo; no para sojuzgarlo, sino para liberarlo; no como los señores de otros, sino como los servidores de la libertad.» A esas declaraciones que se inspiran en el más puro espíritu misionero no les falta grandeza de alma y se unen inequívocamente a los grandes ideales de inspiración cristiana, sobre todo si agregamos el ideal de la justicia, tan presente en los Evangelios, pero tan poco en su intervención. Indudablemente semejante óptica no puede generar más que acogida y colaboración de la gran mayoría de los responsables y representantes políticos del mundo. Si hay animosidad, ésta no puede venir de ese espíritu de cooperacion y de servicio desinteresado al que usted se refiere. Si tales son sus convicciones, ¿entonces por qué tantas armas? ¿Por qué todos esos servicios de inteligencia y todas esas acciones clandestinas apuntando a desestabilizar gobiernos instalados y signatarios de la Carta de las Naciones Unidas? ¿Eso no es un enfoque contraproducente en relación con la dignidad humana y con la libertad de las personas de esos pueblos? ¿Servir así a la libertad con las armas no se vuelve en ese contexto una contradicción? No le enseñaré que la política internacional de los Estados Unidos descansa sobre su comprensión de «su seguridad nacional» y sobre la de «sus intereses económicos y políticos». Nadie puede reprochárselo. El problema viene sobre todo del hecho de que usted coloca la seguridad y los intereses de toda la humanidad en el interior de la «seguridad nacional» y de los «intereses» de su país y no al revés. Lo que es bueno para ustedes lo es para todos los países, y lo que es malo lo es para todos los países. Si aún ustedes se preocuparan para que todos los países tengan tantos poderes como ustedes, tanta independencia y soberanía como usted afirma, tanta riqueza y bienestar que consumen, y tanta libertad como ustedes acuerdan, la percepción de sus intereses y de los del resto del mundo podrían volverse completamente diferente. Pero no parece que sea así. Lo que uno toma de más, el otro lo tiene de menos. En ese juego, el más fuerte llega a considerar su «excedente» como un derecho, y el más débil su «carencia» como un destino. Es el juego del más fuerte y del más débil. El bloqueo contra Cuba, por ejemplo, que su administración ha endurecido y que más del 97% de los miembros de las asambleas generales de Naciones Unidas condenaron sin equívoco en noviembre pasado, no tuvo ningún efecto en su política que usted dice respetuosa de los otros. ¿No ocurre lo mismo con la Venezuela de Chávez, que su administración no ha dejado de acosar de mil y una maneras, pero que igualmente se mantiene democrática y esperanzada? Numerosos ejemplos de intervenciones y presiones se detallan en obras que reflejan sin ambigüedad la mentalidad de las administraciones estadounidenses que se consideran, no como usted dice, el servidor desinteresado y devoto, sino como el «dueño» y el «líder» de la dirección del mundo al servicio de sus intereses y de su seguridad nacional. Los intereses y la seguridad de los otros países deberán esperar. Si los principios que usted enuncia son una ventana abierta a lo humano y a la solidaridad que pueden asegurar el desarrollo, las políticas que usted pone en práctica van en dirección opuesta. Las mismas descansan en el chantaje, la mentira, la manipulación de los medios, la tortura, el irrespeto del derecho internacional. ¿Qué piensa de esas contradicciones en el corazón de la administración Bush en la que usted participa? No pienso que Jesucristo tenga muchas afinidades con sus políticas y sus maneras de servir a la justicia, la paz, la verdad, la transparencia y el respeto. Los ideales en los que usted se arropa no llegan verdaderamente a disimular los que están en el centro de sus acciones. Oscar Fortin, 22 de junio de 2006 http://alterinfo.net/index.php?action=article&id_article=396810 tambien una carta de Jesus Cristo a G.W. Bush segun el mismo autor http://alterinfo.net/index.php?action=article&id_article=396810
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