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Indigenas canadienses: Dolor y agonía que nunca terminanAnonyme, Thursday, January 19, 2006 - 15:26
Telquaa Helen Michell
En los 30 últimos años, las acciones y la brutalidad de los policías en contra de nosotros los indígenas, mucho tiene que ver con la pobreza en la cual nos encontramos. Para curar esta pobreza ahora, necesitamos limpiar este lugar de los malos gestos de la policía. No mas discriminación, no más racismo, no mas hostigamiento, no más perfilación racial (arrestos racistas) por parte de la policía. Que nos traten a nosotros, los indígenas, como sus iguales. Dolor y agonía que nunca terminanPor Helen Michell * telq...@hotmail.com Traducción: Consejo Andino de Naciones Originarias cano...@yahoo.com El proceso a Frank Martin **, acusado de « obstrucción a un agente de policía » , empezó el 21 de octubre de 2005, en la corte de Abbotsford, provincia Colombia Británica (British Columbia, BC, en inglés), en Canadá. La Corte empezó el proceso a las 9:30, con una pausa de las 12:00 hasta la 1:30 de la tarde, y terminó a las 4 de la tarde. Dos agentes de policía presentaron su caso: Uno de ellos de apellido Roberts, el otro Sokolowski. No tengo idea quien es Roberts, pero el agente que detuvo Frank Martin fue el agente de policía (Constable en inglés) G. Sokolowski. Desde que empezó el proceso, Sokolowski fue ahora promovido o ascendido a un rango inmediato superior de la jerarquía policial (Corporal en inglés). Como me habían citado en calidad de testigo para Frank Martin, no podía permanecer en la sala mientras los dos policías hacían sus presentaciones a la Corte. Estuve mirando por las dos ventanitas de las puertas de la sala de la Corte. La declaración del primer agente fue muy corta, aproximadamente media hora. Después se fue del Palacio de Justicia para no volver más. El siguiente testigo fue el agente Sokolowski, y dió su testimonio buena parte del día. La noche que se hizo arrestar Frank, este agente no dijo una palabra aparte de haberme pedido mis documentos de identificación. Por el resto del tiempo se parecía a un policía « robot ». Estuve mirando su testimonio por las ventanitas de las puertas, estaba moviendo sus manos hacia arriba, abajo, izquierda, derecha, por todos lados, y realmente estuve preguntándome que es lo que estaba diciendo. Tenía tanto que decir durante el proceso. Según Frank, este agente dijo que Frank olía a « Lysol » (un producto de limipeza inhalado por algunos drogadictos) la noche que lo arrestaron bajo el argumento de que estaba manejando el carro demasiado lento. El agente no hizo mención del otro carro verde delante de nosotros, que también estaba yendo lento. Otra razón para arrestar a Frank Martin fue a causa de su apellido, dijeron que un hombre de Ontario (otra provincia en el centro de Canadá, a 4,000 kilómetros al Este de Colombia-Británica) de nombre William Martin, tenía malos antecedentes. Se trata de un hombre del mismo apellido, pero que no conocemos. Cuando este hombre había cometido sus crímenes, Frank y yo estuvimos juntos todo el tiempo, y puedo decir que Frank no estaba ni cerca de Ontario. ¿Cómo han podido acusar Frank Martin bajo los antecedentes de un hombre desconocido sólo por tener el mismo apellido? En el proceso, tuvimos dos o tres pausas cortas, ya que el ambiente se había puesto muy tenso para todos. Durante las pausas ví que el procurador estaba muy involucrado con el agente que arrestó a Frank, y parecía que el procurador estaba sugiriendo al agente lo que tenía que decir en el proceso. El agente no decía tanto, en cambio el procurador hablaba todo. A la mitad de la tarde, llegó mi turno de dar mi testimonio, en condición de testigo de Frank. Nuestro abogado me hizo todo tipo de preguntas. Relaté al juez todo lo que pasó la noche del arresto, la forma de cómo el agente inmovilizó a Frank usando una llave de estrangulación , cómo los ojos de Frank estaban casi saliendo y su cara muy roja por lo del estrangulamiento y después cómo los agentes le golpearon la cabeza sobre el carro de policía y como después Frank se quedó silencioso. Yo pensé que lo habían matado, además, no podía ver a Frank en el carro de policía después de su arresto. El mismo agente se fue rápido con Frank, sin informarme del motivo de su arresto o a donde lo estaba llevando. Y relaté al juez que cuando por la madrugada llamé a la estación de policía de Chilliwack nadie contestó. Llamé otra vez por la mañana, una mujer contestó y me dijo que no tenían ningún Frank Martin y que no habían detenido a nadie en toda la noche. Me estaba consumiendo el temor, pensé que lo habían matado durante la noche y que lo habían tirado su cuerpo por algún lado. El agente que nos llevó, a mi hija y yo, a la casa en su carro de policía, me aseguró que Frank estaba bien y que lo habían llevado a la cárcel de Chilliwack. Después, Frank me contó que había estado inconsciente esta noche y que no se acuerda de nada. Los galenos de la ambulancia de Chilliwack tuvieron que reanimarlo mientras estuvo en la cárcel de Chilliwack. Después lo llevaron a la estación de policía de Vancouver, de donde, al día siguiente, lo echaron por la callejuela de atrás. No es la primera vez que le pasa esto a Frank, han habido muchos otros incidentes similares a este. También le dije al juez de la paliza que me dieron la noche del arresto. Me maltrataron solo por que quería orinar. Me arrastraron de mi silla de ruedas eléctrica y me tiraron al suelo, la cara en el cemento, mientras un agente jóven puso brutalmente su rodilla en mi espalda y trataba de ponerme el brazo en la espalda. Otro agente tuvo que alejarlo. No quisieron ayudarme a levantarme, mi hija me ayudó a subir de nuevo a mi silla de ruedas. Pero necesitaba orinar igual, mi hija me ayudó a bajarme el pantalón y a instalarme de cuclillas para orinar. Todo este rato los agentes de policías estuvieron a nuestro alrededor, mirándome orinar, haciéndose la burla de mi. Fue realmente humillante y me dolió mucho. Después tuve que esperar una hora y media al lado de la autopista, en aquella noche de frío y viento, antes que finalmente los agentes de policía decidan lo que iban a hacer con nosotras. Al final decidieron llevarnos a la casa en un carro de policía y llevar aparte la silla de ruedas en otro vehículo. Relaté al juez lo del accidente automovilístico que tuvimos hace cinco años, cuando nos salió de la autopista una patrulla de la Policía Montada (RCMP sigla en inglés). Este accidente me dejó como muerta en el lugar por media hora, y después estuve seis semanas en coma. Me desperté paralizada, con los ojos bizqueados, no me podía mover. Le dije cuantos amigos nuestros se hicieron matar en esta misma autopista entre Clinton y Cache Creek. Un año antes del accidente, también nos habíamos hecho pegar en el palacio de justicia por el Sheriff y un agente de la Policía Montada por habernos declarado inocentes del crímen de ser « extranjeros ilegales » en Canadá. Relaté cómo Frank perdió todos sus dientes por la brutal paliza perpetrada por los policías, y cómo los dos tenemos ahora daños permanentes del cerebro debido a la brutalidad policial. Dije al juez que ahora quería ver la verdadera justicia en esta Corte, que no somos perros, que somos seres humanos al igual que ellos, que queremos que nos traten como ellos quisieran ser tratados, señalándoles con el dedo a cada uno de ellos: el juez, el procurador, el agente de policía, el sheriff. También mostré al juez mis dos manos, para que vea en donde me habían atado las manos con esposas extra-estrechas, los agentes de la RCMP y el Sheriff de Oliver, para después darme un portazo en plena cabeza con las inmensas puertas de la jefatura policial, lo que me dejó con un hueso saliendo y recurrentes migrañas. También expliqué al juez que unos diez agentes de policía, golpearon brutalmente a Frank y que a consecuencia de eso, tuvo un trauma cerebral. A causa de la brutalidad policial, Frank y yo, somos ahora discapacitados. El tiempo que duró mi testimonio puso a todos muy incómodos, me puse a llorar varias veces mientras estuve acordándome de las numerosas veces que nos brutalizaron los policías. En un momento tuvimos que tomar una pausa, salí a fuera a respirar aire fresco. Toda mi familia que estaba presente en la Corte se sintió muy incómoda. Cuando terminé, el juez declaró que estas eran alegaciones muy serias, por la manera que las naciones originarias estamos sufriendo en este país y en esta provincia bajo las manos de las autoridades. El juez ahora quiere los nombres de todos los agentes que estaban presentes la noche del arresto de Frank. El juez quiere interrogarles a ellos también. Entonces en vez de tomar una decisión este mismo día, el juez decidió ir más allá con este caso. Entonces se fijo otro día de proceso para el 2 de noviembre de este año, Frank no necesitará hacerse presente, su abogado puede ir a representarle este día. Decidirán otra fecha para el proceso en el que también citarán a todos los agentes de policía. Qué coincidencia, nos confiscaron nuestro coche el 18 de octubre de 2005, tres días antes que empiece el proceso el 21 de Octubre de 2005. ¿Nos confiscaron nuestro carro para que no podamos ir a dar testimonio a nuestro propio proceso? Tuvimos suerte de tener buenos amigos que nos condujeron a la Corte. ¿Será también una coincidencia que este agente Robinon nos confisque nuestro carro? Nos dijo que estaba confiscado por 24 horas antes que el proceso empiece. Hoy, cuatro días después del proceso, llamé a la compañía de depósito de coches, de donde nos dijeron que ahora lo habían confiscado para 30 días. Esta confiscación me deja sin posibilidades de salir, porque sólo en este carro que es una furgoneta especialmente adaptada, puedo transportar mi silla de ruedas eléctrica. No puedo ir a mis citas con el doctor, ya que él está en Vancouver, al igual que mi dentista y oculista. También me impide ir al Centro Nativo de Vancouver, a la noche cultural de los miércoles, lo misma que es mi única salida de la semana. En los 30 últimos años, las acciones y la brutalidad de los policías en contra de nosotros los indígenas, mucho tiene que ver con la pobreza en la cual nos encontramos. Para curar esta pobreza ahora, necesitamos limpiar este lugar de los malos gestos de la policía. No mas discriminación, no más racismo, no mas hostigamiento, no más perfilación racial (arrestos racistas) por parte de la policía. Que nos traten a nosotros, los indígenas, como sus iguales. Nota : El proceso de Frank Martin seguirá su curso el 14 de Febrero de 2006 en la Corte Provincial de Abbotsford, CB, Canadá. Lograron recuperar el carro de Helen Michell del depósito mediante el pago de 500$, pero desde este momento no funciona. Es el 11vo. coche que se hacen confiscar sin motivo. * Helen Michell Telquaa es de la Nación Dene, Clan del Oso, comunidad lago Maxan, Prov. Colombia Británica, Canadá. Esposa de Frank Martin. Es militante por la defensa de los derechos y soberanía de las naciones originarias y portavoz del clan del Oso del lago Maxan. ** Frank Martin es de la Nación Heiltsuk, Clan del Aguila, comunidad Bella Bella, Prov. Colombia Británica, Canadá. Nieto del conocido escultor Mungo Martin, esposo de Helen Michell Telquaa, militante por los derechos y la soberanía de las naciones originarias.
Sitio web de Helen Michell
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