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Entre otros factores, económicamente los actuales contenidos sociales y materiales de la Revolución Bolivariana se expresan visiblemente en los intereses de clase nacionales y nacionalistas de las clases medias altas de Venezuela y de América Latina y de los empresarios frente a su verdadera negación dialéctica que son las grandes corporaciones transnacionales. Doscientos de ellos ya controlan el 40% de la producción a nivel mundial.

Sin embargo, a nivel político y social y como resultado de una lucha de clases virulenta a nivel de continentes, la verdadera esencia y existencia creativa de esta revolución, a pesar de sus niveles bajos y grados limitados, se refleja en sus horrendos intereses de clase y en su creciente conciencia, en las acciones populares masivas y el apoyo político incondicional de las masas empobrecidas de América Latina, que comprenden los desempleados e indigentes, los buhoneros, campesinos y trabajadores. Esto es la bomba de tiempo que se llama América Latina. Sólo la transformación revolucionaria radical y fundamental puede todavía evitar un desastre de dimensiones apocalípticas para millones.

Al mismo tiempo, en cuanto a las clases medias radicales se refiere, la Revolución Bolivariana significa un Renacimiento para los intelectuales revolucionarios y para las ideas y teorías revolucionarias no sólo de América Latina, sino también del Caribe, de la Oceanía, de Europa, Africa, Asia y de otras partes. Científico y filosóficamente estos empiezan a apoyar el actual y furioso Dien Bien Phu global contra la nueva Conquista norteamericana.

La vanguardia revolucionaria de una nueva inteligentsia global que está confrontada definitivamente con un posible Armagedón a nivel planetario, comienza a despertar de su letargo sectario de décadas, de su “Marxismo-Leninismo