“Lo de hoy no es una democracia imperfecta; es más bien una dictadura imperfecta

La existencia de presos políticos en Chile en los últimos 14 años está estrechamente vinculada a las espurias negociaciones que presidieron la transición pactada por los partidos políticos de la coalición de la gobernante Concertación de Partidos por la Democracia con la dictadura terrorista que devastó a Chile durante más de 17 años.

Hoy, la persistente campaña mediática exaltando los éxitos de la economía chilena no logra ocultar los escasos avances en el ámbito de los derechos humanos, la rigidez autoritaria de la institucionalidad seudo-democrática, ni la inmensa deuda social pendiente no sólo para con los más pobres, sino para con el 70 por ciento de la población, entrampada entre la incertidumbre laboral y los artificios del crédito. Tampoco pudo ocultar el ensañamiento del Estado contra un centenar de jóvenes militantes de la izquierda chilena, a los que mantuvo durante más de una década en una prisión de alto castigo.

Desde 1990, los sucesivos gobiernos de la centro-derecha concertacionista consolidaron el modelo económico neoliberal impuesto por la dictadura y han intentado infructuosamente “cerrar el capítulo de los derechos humanos