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ARGENTINA:LA HORA DE LOS PUEBLOS.COJITE, Wednesday, June 23, 2004 - 14:39
Documento de Unidad defuerzas populares argentinas.
El 21 de junio se reúne en Parque Norte la 1ª. Asamblea Nacional de Organizaciones Populares, bajo el lema: “POR UNA PATRIA PARA TODOS La inviabilidad y el ocaso del modelo neoliberal, el surgimiento de nuevos movimientos sociales protagonistas del cambio, el avance simultáneo de muchos pueblos hermanos del continente y la profunda crisis del imperio, nos dicen que estamos viviendo un tiempo histórico diferente. Y para nosotros en particular, en Argentina, no se trata simplemente de "un buen momento político", sino de una nueva oportunidad histórica que tiene el campo popular, comparable a la que vivimos en los años 40, al finalizar la primera década infame del siglo XX. Se trata de una oportunidad que nos trasciende y bulle en las entrañas de Latinoamérica; lo que nos permite afirmar que hay razones para evocar la gesta de Bolívar y San Martín y tomar conciencia que podemos volver a intentar la construcción de la Patria Grande. En este contexto, entendemos que el gobierno del presidente Kirchner no es una concesión graciosa de nadie sino la consecuencia de la profundización de las luchas populares contra el modelo neoconservador, nutridas de paros, marchas, piquetes y cacerolazos, que coronaron en las jornadas históricas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Por lo tanto lo asumimos como una conquista del pueblo e intérprete de muchos de sus reclamos. Algunos de los cuales fueron sostenidos por nuestras organizaciones durante años y convertidos en respuesta política efectiva en el primer tramo de su gestión. Y frente al retroceso operado en casi todos los terrenos en los 20 años transcurridos desde la recuperación de la democracia, ahora no sería honesto pasar por alto las acciones emprendidas por este gobierno a poco más de un año de su instalación. Nuestras organizaciones son parte de un vasto movimiento social forjado al calor de las luchas de resistencia al modelo de concentración de riqueza y exclusión, que se instauró a partir de 1976 y se profundizó hasta límites insoportables durante la década del 90. En este último período, desde los barrios, los sindicatos, las organizaciones de derechos humanos, los jubilados, las asambleas y la universidad, hemos impulsado nuevas formas de organización social, que dieron cuenta del profundo retroceso operado en las condiciones de vida de nuestro pueblo y que las estructuras corporativas tradicionales habían dejado de representar. Junto a las reivindicaciones originales de nuestras respectivas organizaciones, asumimos las demandas de importantes sectores de desocupados, así como la de muchos trabajadores pobres y empobrecidos. Lo hicimos desde la práctica social y comunitaria, con el trabajo esforzado de miles de militantes y la conciencia creciente que la solución de fondo a las penurias de tantos compatriotas desamparados, es eminentemente política. Por eso sabemos que es muy grande la responsabilidad que tenemos los dirigentes sociales del campo popular frente al momento que nos toca vivir. No nos cabe actuar como observadores ni fiscales, sino que nos asumimos como constructores de la acumulación de fuerzas sociales y políticas a favor del nuevo rumbo emprendido. No queremos ocupar un lugar aséptico y equidistante del oficialismo y la oposición, sino profundizar nuestro compromiso con las políticas a favor del pueblo y la defensa del interés nacional, para enfrentar al único hegemonismo peligroso: el de los grupos de poder económico que manejaron durante décadas el destino del país, en contra del pueblo y la nación. Porque somos concientes, que el rumbo emprendido se inscribe en la confrontación histórica con el imperialismo y las clases dominantes que sustentan sus intereses en nuestro país. En esta contienda, hoy como ayer, coincidimos con Evita que a la fuerza brutal de la antipatria, le opondremos la fuerza popular organizada. Desde todas nuestras organizaciones hemos resistido durante años, pero hoy ya no se trata tan solo de resistir sino de utilizar toda la experiencia y la fuerza que hemos acumulado a lo largo de tantas luchas, para construir una Nueva Argentina. Es una tarea ardua pero posible y desde el gobierno del presidente Kirchner se han empezado a dar los primeros pasos. Pasos que a algunos pueden parecerles pocos, pero que son muy importantes para millones de argentinos que vuelven a recuperar la esperanza y la dignidad en nuestra patria. Creemos en la gradualidad de los logros a alcanzar y no suscribimos la pretensión de cambios instantáneos y rotundos. Porque hemos aprendido que cada decisión política para cambiar la realidad injusta que nos dejó un cuarto de siglo de políticas neoliberales, requiere de fuerza social organizada que la pueda sostener. Y ninguna transformación profunda de nuestra sociedad será posible, si no somos capaces de cambiar la relación de fuerzas existente. Porque no se nos escapa que consolidar este rumbo es necesariamente profundizarlo. Y quienes especulan con el fracaso de esta experiencia política, deberían saber que semejante perspectiva abriría las puertas a mayores sufrimientos para nuestro pueblo, con autoritarismo y represión. Sabemos que son grandes los desafíos que tenemos por delante, es mucho lo que falta hacer y son poderosas las fuerzas que se oponen a que ciertas cosas se hagan... Se oponen los sectores del poder económico que saquearon nuestras riquezas y sumieron en la pobreza a la mitad de nuestros compatriotas; se opone buena parte de la vieja corporación política y sindical que fueron cómplices y beneficiarios de la entrega; se oponen el gobierno de Bush y el FMI. Pero el camino ineludible para profundizar el rumbo es distribuir el ingreso y terminar con la pobreza. Esto implica introducir profundos cambios en la actual estructura económica, y además, como dice el Comandante Hugo Chávez, para terminar con la pobreza hay que darle poder a los pobres. Pero tal cosa no será posible sin abrir nuevos canales de participación y protagonismo popular, como la única forma eficaz de enfrentar con éxito a los que quieren abortar este proceso de cambio que está en marcha en La Argentina. Esta decisión que hoy tomamos y que surge del debate interno de nuestras organizaciones, es también una convocatoria al debate, la participación y la unidad en la diversidad con otras fuerzas sociales y políticas con las que compartimos las luchas de resistencia. Nos anima el propósito de poner la movilización y la organización popular en función de impulsar con éxito cambios económicos y sociales más profundos y duraderos. Cambios que solo podremos alcanzar si somos capaces de construir unidad de concepto y acción entre el gobierno y las fuerzas populares y avanzar en la construcción de una nueva coalición política y social capaz de amalgamar las reivindicaciones de los distintos sectores sociales dañados por el modelo neoconservador. |
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