En primera instancia, las políticas populistas se manifiestan generalmente en fuertes déficits fiscales, muchas veces en vísperas de procesos electorales.

En Latinoamérica, es muy común la aplicación de medidas económicas populistas, es decir, medidas que tienen como fin acrecentar la popularidad del gobierno de turno a costa de graves desequilibrios macroeconómicos. Dado el daño que genera este tipo de políticas, es necesario el planteamiento de diversas medidas institucionales que restrinjan el comportamiento populista de los gobernantes. Muchos mandatarios emplearon este tipo de medidas. Juan Domingo Perón en Argentina, Salvador Allende en Chile, y Juan Velasco y Alan García en Perú representan sólo una pequeña muestra del inmenso historial de populismo latinoamericano.
Las políticas populistas tienen su iniciación en la falta de mecanismos institucionales que restrinjan el comportamiento anárquico de los gobernantes. Al mismo tiempo, es importante la objetividad de partidos políticos de oposición y de medios de comunicación que denuncien y prueben, por ejemplo, el manejo irresponsable de los recursos públicos. Una mayor rendición de cuentas por parte de los gobernantes y un mayor control de sus acciones ayudarán a restringir tal comportamiento. Sin embargo, si la popularidad asociada a las medidas populistas sigue siendo elevada, será muy difícil mantener la independencia del Banco Central, y la labor de los políticos y de la prensa no tenderá a restringir dichas medidas. Por un lado, si la población apoya entusiastamente estas medidas, el gobernante encontrará apoyo popular para la destitución de los directivos del Banco Central o, sencillamente, para modificaciones en la legislación que permitan un comportamiento populista. Además, si una medida es popular, existirán pocos políticos y medios de prensa “suicidas