Todas las guerras imperiales son infames y la invasión a Irak es la más infame de todas, porque detrás de ellas están los intereses personales de Bush y de un grupo de corruptos que corren tras el botín petrolero y los grandes y criminales negocios bélicos.

Quito - Lunes, Abril 14, 2003

Artículos de opinión

La Hora

Irak: botín para el imperio
por Rodrigo Santillán Peralbo

¿Terminó la invasión a Irak o comenzó la Guerra Global, la Tercera Guerra Mundial? La expansión del imperialismo estadounidense bajo la administración de George Bush II, pretende desatar guerras en cualquier parte del mundo, para satisfacer sus intereses geopolíticos de dominación, para cumplir el loco sueño del "destino manifiesto". Irak, después de Afganistán, se convierte en colonia y en preciado botín de esta campaña militar que provoca crímenes de guerra y de lasa humanidad.

Todas las guerras imperiales son infames y la invasión a Irak es la más infame de todas, porque detrás de ellas están los intereses personales de Bush y de un grupo de corruptos que corren tras el botín petrolero y los grandes y criminales negocios bélicos. Los máximos dirigentes de la Administración Bush II -vinculados a la industria bélica y energética- están muy interesados en obtener multimillonarias ganancias.

Richard Pearl, hace pocos días se vio obligado a renunciar a su alto puesto de Presidente del Consejo de Defensa de Estados Unidos que se encarga de la definición de políticas de defensa del imperio. Pearl, como tantos otros prohombres de la Administración Bush II fue acusado de usar sus influencias para satisfacer fines personales.

Ya no es un secreto que más de la mitad de los altos funcionarios de la Casa Blanca, con innegable influencia, tienen intereses directos en el sector financiero, en la industria bélica y en el negocio petrolero. El propio Bush II es investigado por sus nexos económicos y comerciales con la familia de Osama bin Laden. El vicepresidente Dick Cheney, tiene importantes paquetes de acciones en las compañías petroleras Andarko Petroleum y en Hally-Burton, por los que recibe anualmente unos 40 millones de dólares.

Condoleza Rice, la asesora de Seguridad Nacional, en el pasado reciente era miembro del Consejo del Directorio de la compañía Chevron-Texaco. Esta señora posee acciones calculadas entre medio millón y un millón de dólares. El secretario de Comercio Donald Evans tiene cerca de 40 millones de dólares invertidos en una compañía petrolera. Además, muchos miembros destacados de la Administración Bush II participaron en las actividades fraudulentas de la famosa compañía Enron que se dedicaba a los negocios energéticos y en especial a los petroleros. Algunos de los negocios petroleros pertenecen a George W. Bush II.

Collin Pwell, secretario de Estado convertido en feroz halcón en contra de Irak, tiene lazos financieros con la compañía General Dinamyes. El paquete accionario de Powell se calcula en algunos millones de dólares. El guerrerista secretario de Defensa Donald Rumsfeld, gana por sus acciones en varias compañías relacionadas con el negocio petrolero, del complejo industrial-militar, más de diez millones de dólares anualmente. El viceministro de Defensa, Paul Wolkfovitz, mantiene relaciones muy estrechas con la compañía Nortrop Prop Grunnan, encargada de la fabricación de aviones, buques y radares.

Bastarían estos pocos ejemplos para demostrar que Bush II y sus halcones invadieron a Irak para satisfacer intereses económicos y comerciales. Aquello de la democracia, los derechos humanos, libertades y la posesión de armas de destrucción masiva por Irak, sólo fueron pretextos imperiales para desatar la guerra que les produzca fabulosas ganancias.