Tres millones de personas, trabajadores, trabajadoras, jóvenes, trabajadores en precario, estudiantes, jubilados y emigrantes, han invadido Roma en la mayor manifestación de la historia republicana. Una manifestación inmensa, que ha superado incluso las previsiones de la CGIL, la principal organización sindical italiana, que fue quien tomó la iniciativa. La movilización había sido convocada, inicialmente, para pelear contra la decisión del Gobierno Berlusconi de "reformar" el Estatuto de los trabajadores, en particular el artículo 18, (el que prevé la obligación de readmitir al trabajador despedido injustamente) el corazón de la ofensiva antiobrera de la derecha. Pero en el contexto extremadamente efervescente de la situación social italiana, la manifestación se ha convertido en el punto de referencia para las diversas luchas sociales y las contestaciones
antigubernamentales, como los "girotodndi" o, aún más el movimiento de los Social Forum ("los de Génova", como se les
llama en la prensa).

Contra Berlusconi

Tres millones en la calle *

Flavia D´Angeli.

Rouge, Francia, 28-3-02

Tres millones de personas, trabajadores, trabajadoras, jóvenes, trabajadores en precario, estudiantes, jubilados y emigrantes, han invadido Roma en la mayor manifestación de la historia republicana. Una manifestación inmensa, que ha superado incluso las previsiones de la CGIL, la principal organización sindical italiana, que fue quien tomó la iniciativa. La movilización había sido convocada, inicialmente, para pelear contra la decisión del Gobierno Berlusconi de "reformar" el Estatuto de los trabajadores, en particular el artículo 18, (el que prevé la obligación de readmitir al trabajador despedido injustamente) el corazón de la ofensiva antiobrera de la derecha. Pero en el contexto extremadamente efervescente de la situación social italiana, la manifestación se ha convertido en el punto de referencia para las diversas luchas sociales y las contestaciones
antigubernamentales, como los "girotodndi" o, aún más el movimiento de los Social Forum ("los de Génova", como se les
llama en la prensa).

Pero, justo tres días después del asesinato del colaborador del ministro de Trabajo, el profesor Marco Biagi, autor
precisamente de la reforma del artículo 18, y tras la tentativa del gobierno de utilizar el atentado terrorista contra el movimiento, la manifestación ha sido también una gran ocasión de protagonismo social y democrático.

La vuelta de las "Brigadas Rojas" llega puntualmente en un período de conflicto social. A la tentativa del gobierno de realizar una significativa reestructuración de las garantías sociales y democráticas conquistadas tras la II Guerra Mundial -contrato nacional de trabajo, tutela contra los despidos, jubilaciones, salud e instrucción pública- la CGIL, sindicato tradicionalmente ligado al PCI y luego a la DS, pero ahora más bien crítico con la línea liberal-democrática de las cumbres de ese partido, ha reaccionado con una intensificación de la protesta, la realización de numerosas huelgas en las fábricas, la manifestación del pasado sábado, y la convocatoria de una huelga general para el próximo 5 de abril. Esta determinación ha creado una convergencia de todas las oposiciones, desde la más radical de Rifondazione Comunista hasta el Olivo, en una común batalla contra el gobierno, y ha obligado a las otras dos grandes federaciones sindicales, la CISL (sindicato cristiano moderado) y la
UIL (anteriormente ligada al Partido Socialista de Craxi, hoy situada en el Olivo) a romper la negociación con el gobierno y la Confindustria (equivalente a la CEOE) y a emprender el camino del conflicto social, hasta aceptar la convocatoria común de la huelga general que, para eso, será remitida probablemente al 19 de abril.

El asesinato de Marco Biagi -reivindicado por las Brigadas Rojas, que tras años parecen querer ocupar de nuevo, y de una
forma aún más inquietante, el marco político-social italiano- ha sido inmediatamente utilizado por Berlusconi y el presidente de Confindustria contra el sindicato, en particular la CGIL, y en general contra el movimiento antiglobalización. En el momento de escribir estas líneas, CGIL, CISL y UIL acaban de anular la próxima reunión con el gobierno a causa de las últimas declaraciones de Bossi y del Ministro de Defensa, identificando explícitamente en el movimiento sindical "el agua en la que nada el terrorismo", que se añaden a sus declaraciones en ese sentido contra el movimiento de los Social Forum y sus animadores más conocidos como Agnoletto y Casarini.

Pero el movimiento ha sabido reaccionar demostrando una vez más su fuerza, su capacidad de movilización social, y su actitud al mismo tiempo radical y democrática. Los Social Forum, que ya en la última asamblea nacional del 2 y 3 de marzo, habían decidido participar, con su propia plataforma en la manifestación de la CGIL , han animado en ella un cortejo de más de 300.000 personas, muy vivo y colorido, proponiendo a toda la manifestación, y a la atención de la opinión pública, la idea de que la defensa intransigente del artículo 18 debe llevar a desarrollar una nueva "estación de los derechos sociales", a partir de la extensión del Estatuto de los Trabajadores a todos los nuevos contratos precarios, y de la reivindicación de una renta social europea para parados y precarios. Con un "podium mobile", montado sobre un camión de 13 metros de largo, han atravesado la manifestación sindical sabiendo "mezclarse" con los millones de trabajadores movilizados por el sindicato, recibiendo en
todas partes la simpatía y el apoyo de los manifestantes.

La manifestación del sábado, y su capacidad de reunir a los diferentes sectores de la oposición social alrededor del mundo del trabajo, ha tenido efectos inmediatos también en la izquierda moderada. Sus errores y sus debacles, en efecto, han empujado a millones de personas a defender sus propias condiciones de vida , organizando alrededor de ello una nueva
participación democrática, una "irrupción por abajo" en la vida política que se había visto ya en Génova, contra la cumbre del G8, después -aunque fuera en un plano puramente democrático y no social- con el fenómeno de los "girotondi", y finalmente a través del tradicional movimiento sindical, encontrando en la CGIL un útil capaz de recolectar esta ambición y esta vocación. Un protagonista que apunta no a una especie de suplencia de los partidos políticos, sino que redefine, gracias a la acción de masas, las prioridades: una política limpia, al margen de la desconfianza del "palacio" y de las alquimias burocráticas; reivindicaciones concretas -la no flexibilidad del trabajo- para dar una esperanza a sus propias necesidades materiales; un protagonismo directo que deberá expresarse inmediatamente a través de la huelga general, ya necesaria; una defensa intransigente de la democracia contra toda barbarie terrorista y toda manipulación cínica del gobierno.

Justo ocho meses separan la manifestación del sábado de las jornadas de julio. Pero un rasgo evidente liga los dos
acontecimientos. Entonces habíamos comenzado, en una ciudad vaciada por la violencia de la policía, a marchar contra la
arrogancia de los poderosos. Hemos continuado contra la guerra y contra le liberalismo, a menudo en solitario. Hoy esta pequeña zona de rebelión se ha transformado en una inmensa plaza permanente, que continúa reafirmando el concepto , simple y genial, forjado en Porto Alegre: otro mundo es posible. Y la calle se convierte de nuevo en un lugar legítimo para la política.

* Traducción de Alberto Nadal

CORREO DE PRENSA DE LA IV INTERNACIONAL

Boletín Electrónico No 290 - América Latina y el Caribe - 2/4/02

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