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¡EL CAPITALISMO AGONIZA!_¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, ÚNANSE PARA DERRIBARLO!

Anonyme, Mardi, Octobre 21, 2008 - 11:46

Estruendosas quiebras de grandes bancos, caída de las bolsas de valores, restricción del crédito a las empresas y a los particulares, nacionalizaciones urgentes de bancos y compañías de seguros para evitar un hundimiento brutal de todo el sistema financiero internacional, y ahora la recesión mundial que se instala y que va a profundizarse; todo ello provoca un pánico real entre los gobiernos y los capitalistas del planeta. Todo ello provoca también una sorda inquietud en el conjunto de la población y en particular en todo el proletariado. Cada obrero, empleado, asalariado, sabe muy bien que él va a tener que pagar la factura. Comenzando con el costo de las nacionalizaciones de los grandes establecimientos financieros estadounidenses, europeos y otros.

La quiebra del capitalismo es irremediable

Según los gobiernos, los políticos, los medios de difusión y demás charlatanes de la burguesía, esta crisis sería producto de la irresponsabilidad de malos agentes de la bolsa, de tramposos que han jugado con fuego en la Bolsa de Valores. ¡Mentira! De la inmoralidad de financieros rapaces. ¡Mentira! De la locura del sector inmobiliario y de las “subprimas”. ¡Otra mentira! De la desregulación de los mercados. ¡No dejan de mentir! Habría sido suficiente, nos dicen, con “moralizar” al capitalismo financiero e imponer reglas más exigentes para evitar esta catástrofe. En cada ocasión, con cada nueva crisis, nos vienen con el mismo cuento: el capitalismo no es la causa; son sólo sus excesos.

Pero nadie nos explica por qué los capitales prefieren dirigirse hacia la especulación en lugar de a los sectores de la producción. Sin embargo es simple: las ganancias obtenidas mediante inversiones en los sectores de la producción son demasiado débiles. Y son demasiado débiles porque el mercado mundial es incapaz de absorber todas las mercancías que las fuerzas productivas pueden crear. Hace ya mucho tiempo que el capitalismo desarrolla, mediante la explotación de la clase obrera en todos los países, tal capacidad de las fuerzas productivas, que no encuentra las salidas comerciales para la colocación de todas las mercancías producidas. Hay, pues, una contradicción histórica en el capitalismo: hay demasiadas fuerzas productivas, mientras que al mismo tiempo millones de seres humanos se encuentran en la miseria, incapaces de adquirir la inmensa masa de bienes producidos. Esto es lo que marca la quiebra histórica del modo de producción capitalista, y la terrible crisis actual es solamente la manifestación de ello.

¡Pagamos la precipitación del capitalismo hacia el endeudamiento masivo y generalizado!

Uno de los medios que utiliza el capitalismo, desde hace quinquenios, para superar la sobreproducción de mercancías, es crear artificialmente un mercado mediante el endeudamiento masivo y generalizado, en primer lugar de los Estados. Pero, si bien con eso retrasa la explosión de la enfermedad, el remedio solamente agrava el mal. Hoy el mundo capitalista se encuentra ante una montaña de deudas que nadie -y sobre todo ni los Estados ni la clase dominante- va a reembolsar... y que el proletariado internacional va a tener que pagar con su sudor y su sangre. Tal como las nacionalizaciones de los bancos en quiebra, el fardo de la inyección masiva de “liquidez” de los bancos centrales para impedir la penuria de crédito -y por tanto la parálisis de la economía- y la creación de fondos de salvamento de los bancos van a recaer sobre la clase obrera, a costa de mayores sacrificios, miseria, explotación acrecentada, desempleo y represión.

Sin embargo, al igual que el endeudamiento generalizado, esas medidas no van a ser suficientes. Ante las quiebras y la falta de mercado solvente -e incluso si, hoy, en este fin de año 2008, presa del pánico ante el riesgo de un hundimiento generalizado, la burguesía mundial hace callar momentáneamente sus rivalidades con el fin de encontrar una respuesta de conjunto-, la competencia económica y comercial, de por sí aguda, se va a volver mañana todavía más salvaje y brutal; y en primer lugar entre los Estados capitalistas, que son las expresiones de cada capital nacional y los principales defensores de sus intereses. Todo esto solamente puede desembocar, además de la explotación acrecentada de la clase obrera en todos los países, en rivalidades comerciales y económicas exacerbadas, hasta el punto de transformarse en rivalidades políticas, militares e imperialistas en las cuales las principales potencias capitalistas del mundo juegan los primeros roles, unas contra las otras.

¡Pagamos la precipitación del capitalismo hacia una nueva guerra mundial!

¡No hay que tener ninguna ilusión! No hay reforma posible y menos aún solución en el capitalismo actual. Para éste, solamente hay una salida a la crisis económica y a la quiebra global y definitiva que representa: destrucciones masivas y gigantescas carnicerías mediante una guerra mundial. Es lo que este sistema ha probado ya en dos ocasiones en el siglo XX. La crisis de 1929 -a la cual todos los economistas y otros se refieren actualmente, con angustia, para describir la amplitud de la crisis actual- desembocó en la segunda guerra mundial. Lo mismo ocurrió con las dificultades económicas -expresadas por la crisis financiera de 1907- al inicio del siglo XX que precipitaron al mundo capitalista en la primera guerra mundial. Desde ahora, la brutal recesión internacional que apenas comienza, tan sólo agudizará aún más las rivalidades imperialistas entre las grandes potencias. Las guerras locales se multiplican en todos los continentes, poniendo cada vez más directamente frente a frente a las principales potencias imperialistas, tal como se acaba de manifestar en la guerra entre Rusia y Georgia. Lejos de calmarse, este conflicto, que puso directamente frente a frente a las flotas rusa y norteamericana en el Mar Negro, tiene como consecuencia una aceleración del establecimiento de dispositivos militares por todo el mundo y sobre todo en Europa misma. Cada quien puede constatar claramente cómo se llevan a cabo preparativos para enfrentamientos militares entre las principales potencias imperialistas del planeta.

¡Ninguna ilusión! ¡Hay que derribar al capitalismo y edificar una sociedad sin clases!

¡Ninguna ilusión! El capitalismo en quiebra se prepara para enfrentamientos decisivos, masivos, brutales y sangrientos contra la clase obrera internacional con el fin de imponerle una sumisión completa y total. Porque sólo el proletariado internacional -la principal clase productora, la clase asalariada- representa un obstáculo para la clase dominante, en su marcha hacia la guerra generalizada. Sólo él puede realmente combatir, destruir al capitalismo, salvar a la humanidad y edificar una nueva sociedad sin clases, y por tanto sin explotación ni guerra.

¿Combatir al capitalismo? La clase obrera lo hace ya actualmente a través de sus luchas y huelgas, por limitadas que éstas sean, contra las políticas capitalistas de todo tipo. Los medios de difusión ejercen en este plano una verdadera censura, y cuando no puede ya ocultar la realidad de esos combates, la tergiversan. ¿Quién en estos días ha oído hablar de la huelga general en Bélgica? ¿Quién en estos días ha oído hablar de la huelga general en Grecia? ¿Quién ha oído hablar de las huelgas y manifestaciones en el sector automotriz en Europa, en Volkswagen, en Renault, etc.? ¿Quién ha oído hablar de la huelga de los obreros de Boeing en los Estados Unidos? ¿Y de cuántas otras más en todos los continentes?

Estas luchas, aunque frecuentemente insuficientes aún como para hacer retroceder a la burguesía en sus ataques inmediatos, expresan el hecho de que la clase obrera se rehúsa someter sus intereses a los de la clase explotadora, de que no está dispuesta a aceptar nuevos sacrificios aún más duros y brutales: el desempleo masivo, una drástica baja en los salarios, prestaciones sociales y retiros, en suma las políticas intolerables que, con la recesión, la burguesía comienza ya a quererle imponer. Y aún menos, el sacrificio último de la vida en una guerra generalizada.

¿Destruir al capitalismo? Es en estas luchas actuales, en su desarrollo, en su extensión y en su unificación, que el proletariado internacional desarrolla su determinación y su confianza en su capacidad para luchar, para resistir. Es en estas luchas que desarrolla sobre todo su experiencia y su conciencia, por tanto, su capacidad para destruir al capitalismo y para edificar una sociedad diferente, sin guerras, sin hambre ni miseria, sin clases ni explotación. Es también en la capacidad de los grupos auténticamente comunistas de hoy -por débiles, dispersos, aislados que estén- para intervenir en estas luchas de manera decidida y determinante, planteando orientaciones políticas de lucha claras, que este combate de la clase obrera podrá tomar toda su dimensión. Y es en la capacidad de estas minorías políticas para unirse y constituir un verdadero Partido comunista mundial, que el proletariado internacional podrá real y eficazmente apropiarse del programa de la revolución, el programa comunista.

Hay que terminar con las ilusiones: con la quiebra del capitalismo, la hora es la de los enfrentamientos masivos y frontales entre la burguesía y el proletariado. Este último no puede permitirse faltar a la cita. De ello depende el destino de la humanidad.

13 de octubre de 2008.
FRACCIÓN INTERNA DE LA CCI (México, Francia) y COMUNISTAS INTERNACIONALISTAS DE MONTREAL (Canadá)

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