El proceso de transformación que vive Venezuela está, como cualquier proceso histórico, cargado de contradicciones y conflictos entre las clases sociales. Hay conflictos entre capital y trabajo, entre gobernantes y empresas, entre gobernantes y sociedad civil organizada, y también en el interior de ésta. Y hay empresas extranjeras que no están conformes con la defensa de la soberanía y de los intereses nacionales del Gobierno de Chávez... en tiempos de globalización. Sin embargo, al finalizar una visita de trabajo a Venezuela (1) , regreso a Brasil con la convicción de que en Venezuela prevalece la creación de algo nuevo y todavía no visto en la historia de América Latina y, quizás, del mundo.
Tuve la oportunidad de asistir a una de las ediciones del programa radiotelevisado Aló Presidente. El Presidente Hugo Chávez inauguraba la nueva imprenta que publicará tres libros por habitante por año de aquí en delante. Chávez lidera una gran campaña nacional de lectura. Y lectura crítica. Algo que nunca vi en otro país, ni incluso en la Nicaragua Sandinista de los años 80. Con este propósito, el Presidente pasa, dos a tres veces por semana, dos horas o más frente a un público que copa el salón o la plaza y delante de los telespectadores, presentando libros, revistas y periódicos, leyendo párrafos, comentando, interpretando noticias, dialogando con el público, llamando a la gente a dar testimonio o a formular peguntas o críticas. Una de las tónicas más sorprendentes es la simplicidad de Chávez y la manera afable y sensible como él valoriza a cada persona. Chávez comentó las conversaciones que tuvo con el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega cuando éste recién se posesionó:
- Le pregunté a Daniel: ‘En esta hora de viaje en carro al interior, quiero que usted me hable de los errores de su gobierno anterior que llevaron a la derrota electoral de 1990. Aferrarse a dogmas, a doctrinas, confiando más en ellas que en la incertidumbre que implica revelar nuevos horizontes, descubrir nuevas realidades, abrir nuevos caminos. Abolir la propiedad de los pequeños productores, ilusionándose de que socializar quiere decir estatizar lo más posible.
Y Chávez termina el relato de los errores llamando a Venezuela a no repetirlos, pero sí evitarlos en la construcción de la Patria Bolivariana:
- Hay que aprender de Fidel a no aferrarnos a ningún dogma, ni implantar el socialismo como dogma.
El programa Aló Presidente es una auténtica sesión de educación liberadora. No hay discursos, sólo diálogo, interacción.
Leo la versión digital del libro de Marta Harnecker, la escritora y luchadora chilena invitada a asesorar al gobierno en la promoción de la participación popular desde bajo. El libro consiste en una larga entrevista con Argenio Loreto, alcalde del municipio de Libertador, en el estado de Carabobo. Conviví con Argenio los dos días de mi visita al Estado de Lara, y nos hicimos amigos. Conocer los detalles de la vida personal y política de Argenio es una experiencia sorprendente: una inmensa riqueza se esconde en aquel indio fuerte y risueño, enérgico y afectuoso con quien compartí reflexiones sobre prácticas de gobierno local ricamente innovadoras.
Una revolución socialista y democrática está en proceso en Venezuela. Sin alarde ni sangre, un pueblo se empodera a partir de una vivencia profunda y auténtica de poder popular. Son ejemplos protagónicos los dos municipios con los que me familiaricé – Torres, en el estado de Lara, que visitamos, y Libertador, que conocí sólo indirectamente, a través de Argenio y de su rica entrevista con Marta Harnecker, que pronto saldrá en libro. Torres es dirigida por el alcalde Julio Chávez, que reveló idéntico compromiso con la construcción de un poder popular a partir de las familias y de las comunidades rurales y urbanas de su municipio. Visitamos tres comunidades rurales y un banco comunal, conversamos con portavoces elegidos por ellas a los respectivos Consejos Comunales y a los Consejos Locales de Planificación Participativa, y participamos de una reunión del Consejo Popular Municipal y del Presupuesto Participativo.
Las nuevas instancias de poder popular en esos municipios empezaron antes de la Ley de Consejos Comunales y antes de que se generalizase el proceso de Reforma de la Constitución de 1999, que pretende adaptar la Carta Magna al movimiento de profundización de la Revolución en el sentido del Socialismo Bolivariano. Me adelanto, sin embargo, a señalar que esto no ocurre todavía en el país entero. Y no ocurre tampoco sin contradicciones y conflictos.
Las palabras Revolución y Socialismo pueden parecer rimbombantes y repetitivas de un pasado que ya no vuelve. Un gran engaño. La Revolución forma parte esencial de la historia humana y ocurre siempre que un sistema político, una cultura o una civilización agoniza y otra se construye hasta volverse hegemónica y ocupar su lugar. La verdad es que todo lo que cuento en este artículo viene cargado de novedad. Se trata de un socialismo innovador, ciertamente inducido a partir del Presidente, pero que es construido desde abajo, desde las familias y de las comunidades. Las Asambleas Ciudadanas, los Consejos Comunales, los Territorios Sociales y los Gobiernos Comunitarios son inventos geniales. Estos tienen como propósito la integración de las personas y de las familias de todo el país en un movimiento de ciudadanía activa que sustente el empoderamiento de las personas, de las comunidades y de la población para ejercer efectivamente el poder.
Los más audaces hablan de la construcción de un Estado democrático, en el interior y al margen del viejo Estado oligárquico, organizado y consolidado a lo largo de siglos para servir a los intereses de las clases privilegiadas. Hay un proyecto estratégico transformador y la voluntad política para hacerlo realidad, no a partir del Estado sino de la sociedad organizada. Su realización no es nada fácil ni está exenta de conflictos y contradicciones, obstáculos de orden objetivo y, sobre todo, subjetivo.
Lo que vimos en la visita a Torres es una muestra de la socioeconomía solidaria en construcción en Venezuela. Hay equívocos, pero la intención política es acertada: construir iniciativas autogestionarias en el país, codo a codo con instancias de participación ciudadana activa en el desarrollo económico, social y humano a nivel local. El fundamento jurídico de este proceso es la Constitución Bolivariana de 1999. En ella está definido el proyecto de “garantizar el pleno desarrollo humano�?, de “desarrollar el potencial creativo de cada ser humano, del pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática�?; de promover la participación ciudadana como “la forma necesaria de conseguir y garantizar el pleno desarrollo, tanto individual como colectivo�?. La Constitución también identifica la planificación democrática y el presupuesto participativo en todos los niveles de la sociedad y la “autogestión, la cogestión y las cooperativas de todo tipo�? como ejemplos de las “formas de asociación guiadas por los valores de la cooperación mutua y de la solidaridad�?.
El Presidente Hugo Chávez habló enfáticamente de esta visión en 2003, usando el concepto de economía social para expresar que éste basa “su lógica en el ser humano, en el trabajo, esto es, en el trabajador y en la familia del trabajador, esto es, en el ser humano�?. El profesor Michael Lebowitz, en su libro “El Socialismo no cae del cielo: un nuevo comienzo�? (Monte Avila Editores Latinoamericana, Caracas, 2007), observa que “este es el concepto de una economía que no está dominada por la idea del lucro económico y de los valores de cambio (...) La economía social genera fundamentalmente valores de uso. Su objetivo es la construcción del hombre nuevo, de la mujer nueva, de la sociedad nueva. Esta es una visión conocida, es el ideal que se encuentra en las grandes religiones, en las tradiciones humanistas, en las sociedades indígenas – la idea de una familia humana, de seres humanos asociados por la solidaridad y no por el interés. �? (Lebowitz, 2007:7-8) Y resume la visión de Hugo Chávez citando sus palabras de 2005: “Tenemos que crear un sistema comunal de producción y consumo, un sistema nuevo (...) con la participación de las comunidades, a través de las organizaciones comunales, de las cooperativas, de la autogestión y de otras tantas maneras de crear este sistema�?.
Venezuela tiene clases dominantes fuertes y atrincheradas en grandes propiedades rurales, en grandes empresas, en redes nacionales e internacionales de distribución, y en la gran mass media. RCTV es sólo una de las potencias mediáticas que defendía los intereses de esas clases. Frente a los ataques al gobierno de Chávez en Brasil y en la prensa internacional por la decisión reciente de no renovar la concesión a RCTV, vale preguntarse: ¿Por qué que la decisión de los gobiernos de Estados Unidos, Canadá, España, Francia, Irlanda y Rusia de no renovar concesiones a estaciones de televisión y radios no es denunciada por los mass media como atentado a la libertad de prensa? (Ver Carta de los Lectores, O Globo, 5.6.2007). Esas elites son apoyadas por las grandes potencias del hemisferio Norte, que ven en Chávez, así como en Fidel Castro y Evo Morales, a los representantes de la “izquierda mala�?. Para las élites hay una “izquierda buena�?, que en América Latina, puede ser identificada con gobiernos como los de Michele Bachelet, de Chile, Tabaré Vázquez, de Uruguay, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil. Es “buena�? porque no desafía ni enfrenta al capital globalizado. Este es el análisis del Profesor Lebowitz en: “Venezuela: un buen ejemplo de la mala izquierda en América Latina�? (revista Monthly Review, Nueva York, julio-agosto de 2007). Y aquellas elites están ansiosas por impedir que Ecuador, Nicaragua y Argentina pos-Néstor Kirchner se alineen con “izquierda mala�?. (Traducción ALAI)
Nota:
(1) Visita realizada por invitación del Centro Internacional Miranda, entre el 17 y el 22 de julio de 2007, con el fin de hacer una presentación pública y debate sobre “El ser humano integral y la praxis: Empoderando comunidades locales�?, y para recorrer el interior del país.
- Marcos Arruda es socioeconomista y educador de PACS – Instituto Políticas Alternativas para el Cono Sur, Rio de Janeiro, integrante del Instituto Transnacional.
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