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Un mundo en guerra, y en guerra de clases!

Anonyme, Vendredi, Novembre 17, 2006 - 09:06

Steve Tremblay

A partir de ahora, "ustedes están con o contra nosotros", lanzaba George junior luego de los atentados a las Torres Gemelas que habían sacudido al llamado mundo libre de los Estados Unidos de Norteamérica. Esta lógica binaria y maniquea sigue aplicándose desde hace cinco años con políticas que vuelven a este polo del imperialismo mundial cada vez más poderoso en su agresividad para mantener sus adquisiciones estratégicas por todo el mundo, o para amordazar la crítica en su propio territoria (nos referimos, por ejemplo, a la Estrategia de Seguridad Nacional de los EUA(1) y al Acta Patriótica).

Ese terrible atentado que, en septiembre de 2001, provocó la muerte de miles de personas, fue también el pretexto de una nueva guerra para los Estados Unidos. La agresión que fue perpetrada es completamente extraña a la acción comunista, al llevarse a cabo contra la clase proletaria al atacar edificios donde proletarios y burgueses se confundían en sus actividades cotidianas. Es así como, en su mayor parte, son una vez más proletarios lo que sufrieron el asalto guerrero producido por la polarización de las tensiones entre las potencias imperialistas mundiales. Hay que notar que los mujaidines afganos, los talibanes, y la fantasmal Al Qaeda, son creaturas políticas de la CIA y de los servicios secretos paquistaníes (ISI) concebidos en última instancia para luchar contra la amenaza del imperialismo soviético en los años 60 y 80. Los talibanes han sido apoyados en parte por el ejército pakistaní y el ISI (que a su vez fue financiado por la CIA) para ser puestos al frente de Afganistán con el fin de restaurar brutalmente el orden en un país devastado por la guerra.

Mencionemos que en aquélla época, UNOCAL, una empresa petrolera estadounidense, negoció con el régimen taliban con el fin de dirigir los recursos petroleros de Asia Central hacia Pakistán por medio de un oleoducto que atravesaría Afganistán. Además de que el consultante y negociador empleado por la petrolera para negociar con los talibanes no era otro que Hamid Karzai, el actual presidente del pueblo afgano. En 1996, sin embargo, el acuerdo fracasó y las relaciones entre los dos países se emponzoñaron. De este modo, el ataque contra las torres gemelas ofreció la mejor excusa a los Estados Unidos para intervenir militarmente en Afganistán y colocar a sus peones en una posición estratégica para el control de los recursos del Mar Caspio.

Desde su intervención en Afganistán, los Estados Unidos han implicado aún más a su bloque imperialista en el Cercano y Mediano Oriente. Recientemente, en octubre de 2006, ante su incapacidad creciente para establecer el orden en Afganistán, los Estados Unidos han dejado el comando supremo de las fuerzas de intervencíón en esa región a la OTAN (la cual controlan totalmente 2). Al ser miembro de la OTAN, Canadá tendría que tener casi 3,000 soldados en el territorio afgano en 2007. Harper ha expresado su determinación para que "el papel de Canadá en el mundo no se limite a este continente", a la vez que se jacta ante la administración Bush de haber invertido miles de millones en el reforzamiento del ejército canadiense. Además, empresas como Bombardier han desarrollado puentes móviles destinados al ejército norteamericano. SNC-Lavalin fabrica gran cantidad de municiones para las fuerzas de ocupación en Irak y Afganistán. Es así como el imperialismo canadiense se muestra también cada vez más agresivo y oscila hacia una deflagración mundial.

Desde el derrumbe del bloque soviético, la repartición de algunas zonas estratégicas mundiales se está determinando, y la polarización de los bloques imperialistas se precisa más. El 11 de septiembre de 2001 no hizo sino confirmar la realidad del capitalismo, que es una marcha perpetua hacia la guerra por el control de los recursos con miras a la producción mercantil. Esta realidad no es una opción posible, con la cual pueda hacer malabares los dictados del capitalismo (la elección entre paz o guerra), sino una realidad intrínseca al modo de producción capitalista en la cual todos los Estados se precipitan y encuentran su lugar, desde el mayor al más pequeño. Y la acumulación de estos conflictos abiertos que se deslizan hacia una guerra generalizada atañe a todos los aspectos de la vida política y social de nuestra clase. La excusa del terrorismo -y de la guerra al terrorismo- permite cada vez más a la burguesía impedir toda oposición crítica a su orden económico y político. Por ejemplo, durante la huelga del metro de Nueva York en diciembre de 2005, los huelguistas fueron acusados de terroristas, de saboteadores del esfuerzo de guerra americano, y fueron amenazados con sanciones de hasta 25,000 dólares bajo la ley Taylor (una ley antiobrera en vigor en ese estado).

No hay en el interior del sistema capitalista fuerzas realmente progresistas. En el mundo del capital, la esfera política está completamente dominada por la esfera económica. El capitalismo no es administrable, tiene una lógica propia que es la de la carrera por las ganancias y la acumulación de riquezas. Poco importa el partido en el poder, poco importan las aspiraciones sociales de éste, deberá obedecer al orden económico vigente si quiere mantenerse. El socialismo en un sólo país está fuera de cuestión, porque no es realizable. De hecho, para sobrevivir, debe pactar constantemente con el capitalismo; e históricamente, no ha conducido más que a las aberraciones totalitarias que no podían desembocar en otra cosa más que en dictaduras capitalistas.

Proletarios, para combatir esas guerras fomentadas por las clases dirigentes, una sola alternativa es posible: oponer a la guerra imperialista de las burguesías nacionales, nuestra propia guerra, la del proletariado internacional, ¡la guerra de clase! Obreros, obreras, hay que preparar huelgas contra la guerra en todos los sectores de la producción. Ello querrá decir para nosotros la confrontación con las corporaciones sindicales que buscan siempre aislarnos, fábrica por fábrica, país por país, en su voluntad de ser un intermediario del sistema capitalista. Contra el esfuerzo de guerra nacionalista, habrá que oponer la solidaridad obrera por todo el mundo, porque hay más intereses comunes verdaderos entre el soldado canadiense y el trabajador afgano que entre el soldado candiense y su propia burguesía. Una larga lucha continúa por el desarrollo de la conciencia de nuestra clase, con el objetivo de terminar de una vez por todas con la lógica guerrera del capitalismo.

Proletarios, ¡debemos unirnos participando en la construcción de un partido proletario internacionalista, un partido antistalinista! Para que triunfe la paz a escala mundial, hay que ganar primero la guerra de clase. ¡Socialismo o barbarie, no hay otra alternativa!

Comunistas internacionalistas,

Montreal, Canadá, 2006.

Pueden dirigirse a esta dirección para preguntas o comentarios: cim_...@yahoo.com

Notas:

1 The National Security Strategy of the United States of America es un documento publicado en 2002 que presenta la Nueva Política Exterior Norteamericana. Afirma que "para contrarrestar una amenaza suficiente para nuestra seguridad nacional (...) para impedir o prevenir actos hostiles de nuestros adversarios, los Estados Unidos actuarán, si es necesarios, de manera preventiva".
2Los países imperialistas de Europa, miembros de la OTAN, están elaborando una Política Exterior y de Seguridad Común, con el fin de elaborar una defensa de carácter europeo casi en el interior de la OTAN.



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