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El terrorismo no es un arma del proletariado

Anonyme, Jeudi, Novembre 27, 2008 - 18:45

Steve Tremblay

“Criminalizar” la lucha de clase es también utilizar el menor pretexto de “desbordamiento”, el menor intento de salir del encierro sindical por parte de obreros combativos para hacer caer sobre nuestra clase la represión policíaca y estatal.

En un momento en que el capitalismo mundial está confrontado ante un hundimiento de su economía que le obliga a acelerar su marcha hacia la guerra y sus ataques contra la clase obrera; en un momento en que los primeros signos de respuesta de nuestra clase surgen, la burguesía prepara intensamente su arsenal político, policíaco, sindical, mediático para los enfrentamientos futuros.

Uno de los medios utilizados con este fin consiste en “criminalizar” las acciones de respuesta de nuestra clase. Así, por ejemplo, durante las huelgas en los transportes públicos, se ha vuelto común para los políticos y los medios de difusión a su servicio, hablar de “toma de rehenes” respecto a los viajeros, además de que se imponen limitaciones cada vez más estrictas al derecho de huelga (servicio mínimo de transporte en muchos países, especialmente europeos).

“Criminalizar” la lucha de clase es también utilizar el menor pretexto de “desbordamiento”, el menor intento de salir del encierro sindical por parte de obreros combativos para hacer caer sobre nuestra clase la represión policíaca y estatal.

¡Nuestra clase deberá también enfrentarse a esta realidad!

El episodio casi circense de una supuesta “red de ultraizquierda del ambiente anarcoautónomo” (sic) al cual se asistió en Francia a principios del mes de noviembre, no debe hacernos olvidar que este tipo de maniobra toma un aspecto mucho más duro en algunos países, por ejemplo en México, donde la supuesta lucha contra el narcotráfico y sus prácticas terroristas conduce al ametrallamiento de manifestaciones obreras desde helicópteros.

Para el proletariado, la cuestión del control de sus luchas incluye el manejo colectivo y consciente de la violencia que necesariamente será llevado a desplegar. Los elementos desarrollados en el siguiente texto constituyen bases preciosas para este objetivo. Reproducimos a continuación algunos extractos de un documento publicado por primera vez por la Corriente Comunista Internacional a finales de los años 1970 llamado “Resolución sobre terror, terrorismo y violencia de clase” (Revista Internacional 15, 4º trimestre de 1978). El punto de vista desarrollado en ese texto conserva, según nosotros y en lo esencial, todo su valor; por ello lo seguimos reivindicando.

La fracción, 15 de noviembre de 2008.

Nota: En el momento en que publicamos este documento en nuestro sitio internet (21 de noviembre), tomamos conocimiento de la posición que ha tomado, sobre la misma cuestión, la sección en Francia de la Corriente Comunista Internacional con ocasión del sabotaje de los ferrocarriles y la campaña mediática que le siguió en este país, acerca de una supuesta red de “ultraizquierda” terrorista. Aunque fuimos excluidos de esta organización (consideramos que nuestro lugar como minoría organizada es aún en su interior), queremos señalar que compartimos lo esencial de su toma de posición -si bien lamentamos que el texto se limita a la situación inmediata de Francia, mientras que esta cuestión se plantea a nivel internacional.
________________________________________________________

Resolución sobre terror, terrorismo y violencia de clase – 1978
(extractos)

(...)
4) El capitalismo es la última de las sociedades divididas en clases de la historia. La clase capitalista basa su dominio en la explotación económica de la clase obrera. Para mantener y llevar al máximo esa explotación, la clase capitalista, como todas las clases explotadoras en la historia, recurre a todos los medios de opresión y represión a su alcance. No hace ascos a ningún medio, por muy inhumano, sanguinario y salvaje que sea, para mantener y perpetuar la explotación. Cuanto más se manifiestan las dificultades internas tanto más se manifiesta la resistencia obrera, y más sangrienta es aún la represión. Para ello la burguesía ha desarrollado todo un arsenal de medios represivos: cárceles, deportaciones, asesinatos, campos de concentración, guerras de exterminio y genocidios, la tortura más refinada, y también, necesariamente, todo un cuerpo social especializado en la aplicación de esa metodología: policía, guardia civil y gendarmerías especiales, ejército, aparato jurídico, torturadores con diploma, comandos superentrenados y grupos paramilitares. La clase capitalista invierte una parte cada vez mayor de la plusvalía extraída con la explotación de la clase obrera, en mantener este aparato de represión, hasta el extremo de que este sector se ha convertido en el más importante y más floreciente campo de la actividad social. Para mantener su dominio, la clase capitalista está llevando a la sociedad a la mayor abyección, conduciendo a la humanidad a los peores sufrimientos y la muerte.

No queremos hacer aquí una vívida descripción de la barbarie capitalista sino, más prosaicamente, mostrar lo esencial de su práctica. Esa práctica que impregna toda la vida social, todas las relaciones entre los hombres, que penetra por todos los poros de la sociedad. A esa práctica, a ese sistema de dominación, nosotros le llamamos Terror. El terror no es tal o cual acto de violencia episódico y circunstancial. El terror es un modo particular de la violencia, inherente a las clases explotadoras. Es una violencia concentrada, organizada, permanente y especializada, mantenida en constante desarrollo y perfeccionamiento, para así perpetuar la explotación.

Sus características fundamentales son:
* Que es la violencia de una clase minoritaria contra la gran mayoría de la sociedad.
* Que se perfecciona y se perpetua hasta el punto de encontrar en sí misma su razón de ser.
* Que necesita un cuerpo cada vez más especializado, cada vez más separado de la sociedad y encerrado en si mismo, que escapa a todo control, que impone con la mayor brutalidad su férula sobre el conjunto de la población, ahogando en un silencio de muerte cualquier veleidad de crtítica o de contestación.

5) El proletariado no es la única clase que sufre los rigores del terror del Estado sobre la sociedad. Ese terror se ejerce igualmente sobre todas las clases y capas pequeño burguesas: campesinos, artesanos, pequeños industriales y comerciantes, intelectuales y profesionales liberales, científicos y juventud estudiantil, e incluso en las propias filas de la clase burguesa. Estas capas y clases no ofrecen alternativa histórica alguna al capitalismo, por lo que, provocadas y exhasperadas por la barbarie del sistema y de su terror, no pueden oponerle, en cambio, más que actos desesperados: el Terrorismo.

Es cierto que el terrorismo puede ser utilizado por ciertos sectores de la burguesía, pero se trata, esencialmente, del modo de actuación político, de la práctica, de capas y clases desesperadas y sin porvenir. De ahí que esa práctica que se presume “heroíca y ejemplar” no sea más que una acción suicida, que no aporta alternativa alguna, y cuyo único efecto es abastecer de víctimas al terror del Estado. No tiene por tanto ningún efecto positivo sobre la lucha de clase del proletariado, y sí sirve, en cambio, para entorpecer la lucha pues siembra entre los trabajadores la ilusión de que existiría una vía diferente a la lucha de clases. Esto explica que el terrorismo, práctica de la pequeña burguesía, pueda ser y sea de hecho pertinentemente explotado por el Estado como medio para desviar a los obreros del terreno de la lucha de clases, e, igualmente, como pretexto para reforzar el Terror.

Lo que caracteriza el terrorismo, práctica insistimos de la pequeña burguesía, es que se trata siempre de acciones de pequeñas minorías o de individuos aislados, sin alcanzar jamás la altura de una acción de masas. Como también el modo conspirativo de actuación que ofrece un terreno muy favorable a las artimañas de los agentes policiales y del Estado, y en general a toda clase de manipulaciones e intrigas de lo más rocambolescas. (...)

Por todo ello hay que descartar y proscribir cualquier idea de un “terrorismo obrero” que postulara la creación de destacamentos del proletariado “especialistas” en la acción armada, o destinados a preparar los futuros combates “dando ejemplo” de la lucha violenta al resto de la clase, o “debilitando” al Estado capitalista con “ataques preliminares”. Es verdad que el proletariado puede crear destacamentos para tal o cual acción puntual (piquetes, patrullas, etc.), pero siempre bajo su control, y en un contexto de un movimiento del conjunto de la clase. En ese contexto, es cierto que la acción más decidida de los sectores de vanguardia puede servir de catalizador a la lucha de amplias masas, pero jamás lo será empleando los métodos conspirativos e individualistas típicos del terrorismo. Que obreros o grupos de obreros caigan en la práctica del terrorismo no le da a éste un carácter proletario como la composición obrera de los sindicatos no les hace órganos de la clase trabajadora. (...)

6) (...) La lucha del proletariado como toda lucha social es necesariamente violenta, pero la práctica de su violencia es tan diferente de la violencia de las demás clases como diferentes son su proyecto y sus metas. Su práctica, incluida la de la violencia, es acción de amplias masas y no de minorías; es liberadora, es el parto de una sociedad nueva y armoniosa, y no la perpetuación de un estado de guerra permanente de uno contra todos y todos contra uno. Su práctica no intenta perfeccionar y perpetuar la violencia, sino proscribir de la sociedad los actos criminales de la clase capitalista, inmovilizándola. (...)

Su fuerza reside en su toma de conciencia y en su capacidad para organizarse de manera autónoma y unitaria; en la firmeza de sus convicciones y en el vigor de sus decisiones. Estas son las armas fundamentales de la práctica y de la violencia del proletariado.

Revista Internacional Nº 15, Corriente Comunista Internacional, 1978.

www.bulletincommuniste.org/


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