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COLABORACIONISMO ACADEMICO con el PROCESO (Argentina)

Eduardo R. Saguier, Dimanche, Mars 19, 2006 - 07:05

Eduardo R. Saguier

Para que un régimen político democrático se consolide definitivamente y las libertades de pensamiento, de cátedra y de critica sean una realidad tangible --como lo son en Francia y Europa en general-- y no una pusilánime expresión de deseos, es preciso que el poder político (Secretarias de Cultura y de Derechos Humanos) intervenga para que las instituciones culturales y profesionales se depuren, para que los colaboracionistas del régimen autoritario-terrorista paguen o indemnicen sus culpas y omisiones, y para que aquellos que supieron resistir a los regimenes dictatoriales no continúen siendo injustamente discriminados.

COLABORACIONISMO ACADEMICO con el PROCESO

por Eduardo R. Saguier

Es sabido como a instancias del actual Poder Ejecutivo Nacional (PEN) el saneamiento o depuración de las reminiscencias del Proceso se reinició en los organismos del aparato militar y de seguridad con la anulación de las Leyes del Perdón (1987).

Sin embargo, es llamativa y doblemente sugestiva la ausencia de instrumentos semejantes para con otras esferas de la labor publica duramente golpeada por el terror, tales como el periodismo, la educación, la religión y sus Iglesias, los colegios profesionales, las editoriales y las instituciones culturales en general. En Francia, durante la posguerra, para eliminar los rastros de las experiencias colaboracionistas en el plano cultural se instrumentaron numerosas medidas, que rayaron desde los simples traslados administrativos, pasando por las interdicciones y suspensiones en actividades profesionales, las exoneraciones, la privación de derechos cívicos, llegando incluso hasta los encarcelamientos (Maurras), las condenas a muerte (Drieu de la Rochelle, Rebatet), y los juicios sumarisimos (Robert Brasillach, Paul Chack, Georges Suarez).(2)

En nuestro país, por el contrario, los colaboracionistas en el plano de la cultura resultaron totalmente impunes, al extremo de haber sido algunos de ellos paradojalmente invitados a eventos internacionales para debatir el terrorismo de estado justamente con los exilados que lo sufrieron en carne propia, como ocurrió en el Coloquio de Maryland (1984), implicando esta inmunidad ser mucho mas negativo haber resistido a los regimenes autoritario-terroristas que el haberlos combatido.(3) Desde el advenimiento de esa larga etapa de "noche y niebla" --que fue primero la Revolución de los Bastones Largos, autodenominada Revolución Argentina (1966), seguida tras el interregno primaveral del Camporismo (1973-1974) por la gestión presidencial de Isabel Martínez de Perón, con la Misión Ivanissevich en el Ministerio de Educación y la Intervención Otalagano en la Universidad de Buenos Aires (UBA), y mas luego por la gestión del denominado Proceso (1976-83)-- el régimen autoritario-terrorista fue induciendo la concreción de diferentes practicas colaboracionistas a múltiples instituciones culturales, entre ellas las iglesias, las universidades publicas y privadas, las Academias Nacionales, las editoriales y los colegios profesionales.(4) Por cierto, la prensa diaria y semanal fue la gran victima.(5)

Con relación a la gran prensa, cabe especificar el criminal mutismo guardado y nunca indemnizado acerca de los numerosísimos Habeas Corpus presentados y rechazados, cuando es bien sabido que dichos diarios siempre contaron con cronistas judiciales de guardia permanente en los Tribunales. Asimismo, debe destacarse el ferviente rol colaboracionista --aunque no el único-- desplegado por ciertos diarios como Nueva Provincia y Convicción.(6)

Y en cuanto a las Academias Nacionales, entre todas ellas se destaco el activo rol cumplido por la Academia Nacional de la Historia. A pedido del entonces Ministro de Educacion Juan Llerena Amadeo, la Academia Nacional de la Historia --en su afán totalitario de pretender imponer una historia oficial-- emitió en mayo de 1980 un dictamen acerca de cómo debe ser la enseñanza de la historia en la educación argentina. El contenido de dicho Dictamen, a juzgar por un numeroso grupo de historiadores democráticos (Viñas, Pomer, Bayer, Chavez, Teran, Bonaudo, etc.) entraba "...en contradicción con los principios de la Constitución, constituye una resignación colectiva con esta ultima invitación, la Mesa Directiva de la Academia Nacional de la Historia, su Presidente Enrique Barba y numerosos académicos de numero decidieron visitar colectivamente al entonces Presidente de facto Gral. Jorge Rafael Videla, con la excusa de acompañar a los invitados extranjeros pertenecientes a distintas Academias Nacionales de Historia del continente, evento profusamente publicitado por la prensa diaria.

Frente a tan activa colaboración cosmética con el régimen autoritario-terrorista, por parte de una intelectualidad publica y estatalmente laureada, cabe preguntarse ¿acaso el talento y la ilustración canonizados excusan de sus responsabilidades políticas a los historiadores que colaboraron con dicho Régimen? En el caso de Francia, durante la Posguerra, el Gral. De Gaulle estimo que "...cuanto mas grande era el artista, mas poderosa se suponía que era su influencia".(8) Por ende, para De Gaulle, ser escritor no podía convertirse en excusa, "...porque en las letras como en todo, el talento es un titulo de responsabilidad".(9)

Sin embargo, debemos señalar que hasta el momento ninguna de las instituciones culturales detalladas en la nota (4), complicadas en acciones u omisiones reñidas con el respeto a los Derechos Humanos y con la profesión de fe democrática ha verificado contrición alguna ni ha manifestado voluntad de contraerla. Tampoco la Academia Nacional de la Historia se dio por aludida cuando públicamente se le recrimino su complicidad con el Proceso.(10) Ni los nuevos miembros incorporados con posterioridad (Natalio Botana, Ezequiel Gallo, Félix Luna, Roberto Cortes Conde, Samuel Amaral, Carlos Mayo) se manifestaron al respecto. Y tampoco el estado nacional, la Secretaria de Derechos Humanos ni las autoridades de la Secretaria de Cultura de la Nación, de la cual dependen las Academias Nacionales, iniciaron sumario o expediente administrativo alguno. Si bien es de esperar que el actual Secretario de Derechos Humanos Dr. Eduardo L. Duhalde tome cartas en el asunto, en vano podríamos esperar algún desagravio publico por parte del ex Secretario de Cultura de la Nación, Ing. Torcuato Di Tella, cuando el propio Instituto Di Tella, de su propiedad, eligió durante el Proceso a un Coronel del Ejercito (Cnel. Beltrán) para presidir su institución. En ese preciso sentido, en Francia durante la posguerra, cada sociedad de autores, publica o privada, realizo su propia depuración, creándose a esos efectos los Comités Nacionales de Depuración de Escritores y Literatos.(11) De cualquier modo, señala Lottman (1998), "...todas las sociedades estaban obligadas a hacerlo".(12)

Finalmente, debo concluir que para que un régimen político democrático se consolide definitivamente y las libertades de pensamiento, de cátedra y de critica sean una realidad tangible --como lo son en Francia y Europa en general-- y no una pusilánime expresión de deseos, es preciso que el poder político (Secretarias de Cultura y de Derechos Humanos) intervenga para que las instituciones culturales y profesionales se depuren, para que los colaboracionistas del régimen autoritario-terrorista paguen o indemnicen sus culpas y omisiones, y para que aquellos que supieron resistir a los regimenes dictatoriales no continúen siendo injustamente discriminados.

NOTAS

1. ver Saguier, 2003a, y 2003b.

2. ver Lottman, 1998, sexta parte, capitulos 4 y 5; y p.478.

3. ver Saguier, 2003c.

4 Para la censura de libros y la persecución de editoriales publicas y privadas durante el Proceso sobre la base de los archivos descubiertos en reproducción de tres centenares de tapas de publicaciones y numerosos e interesantísimos extractos periodísticos, ver Blaustein y Zubieta, 1999.

6 Sobre el diario Convicción, ver Uriarte, 1999. En el diario Convicción, dirigido por Hugo Ezequiel Lezama, colaboraban conspicuos representantes del establishment cultural, tales como el Prof. Luis Alberto Romero, Mariano Montemayor, Alejandro Horowicz, Edgardo Arrivillaga, Ernesto Schoo, Hector Grossi, el "gordo" Delgado y un periodista de La Prensa de apellido Lanus. Según declaraciones del Cap. Adolfo Scilingo (R.E.) hechas en 1997, en estos emprendimientos político-periodísticos colaboro el empresario Alberto Pierri con el papel de su fabrica, asi como el político Justicialista de Morón Carlos Rousselot, el abogado de las pesqueras Marplatenses Carlos Corach, el diplomático vaticano Esteban Caselli. y el luego funcionario de Migraciones Hugo Franco (Jornada, Mexico: UNAM, Lunes 28 de agosto de 2000).

7 ver La Nación, 4 de Junio de 1980, y Domingo 4 de agosto de 1985; Clarín, Sábado 17 de agosto de 1985; y La Razón, miércoles 14 de agosto de 1985;

8 ver Lottman, 1998, 413.

9 ver De Gaulle, III, 135 y sigtes.; citado en Lottman, 1998, 413.

10. ver La Razon, martes 12 de Noviembre de 1985

11. ver Burrin, 1993; y Defrasne, 1989.

12 ver Lottman, 1998, 429.

Fuentes

Arriba, Alberto de (1999): Julian Delgado. El Cronista Comercial. Prisioneros del Silencio, en Blaustein, Eduardo y Martin Zubieta (1999), Deciamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso (Buenos Aires: Ed. Colihue), 224-232;

Avellaneda, Andrés (1986): Censura, autoritarismo y cultura: Argentina, 1960-1983 (Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, Biblioteca Política Argentina, nos.: 156-158);

Blaustein, Eduardo (1999): Recuerdos de Editorial Atlantida. Nada como la Gente, en Blaustein, Eduardo y Martin Zubieta (1999), Deciamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso (Buenos Aires: Ed. Colihue), 132-142;

Blaustein, Eduardo y Martin Zubieta (1999): Deciamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso (Buenos Aires: Ed. Colihue);

Bonaldi, Pablo (1999): Ambito Financiero y la Dictadura de los Mercados, en Blaustein, Eduardo y Martin Zubieta (1999), Deciamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso (Buenos Aires: Ed. Colihue), 340-344;

Burrin, F. (1993): Le Collaborationisme, en J.-P- Azema & F. Bedarida eds. La France des annees noires (Paris: Seuil), v.I, 363-383;

Defrasne, Jean France (1989): Histoire de la Collaboration (Paris: Presses Universitaires de Frnce);

De Gaulle, Charles (1956): Memoires de Guerre (Paris: Plon);

Invernizzi, Hernan y Judith Gociol (2002): Un Golpe a los Libros. Represión a la cultura durante la última dictadura militar (Buenos Aires: EUDEBA);

Knudson, Jerry W. (1997): Veil of silence: the Argentine press and the Dirty War, 1976-1983. (Latin American Perspectives, 24:6, Nov. 1997, p. 93-112, bibl.)

Lottman, Herbert (1998): La Depuración, 1943-1953 (Barcelona: Tusquets);

Saguier, Eduardo R. (2003a): "Indiferencia Moral durante la Dictadura para con los Desaparecidos, por parte de una Elite Intelectual Argentina" http://www.hipforums.com/thread-13-112453.html;

Saguier, Eduardo R. (2003b): "Colaboracionismo con el Terrorismo de Estado Golpista en Argentina", http://www.hipforums.com/thread-13-118692.html;

Saguier, Eduardo R. (2003c): El Exilio Intelectual como Resistencia Política contra el Terrorismo de Estado. Argentina y el Coloquio de Maryland (1984), http://www.hipforums.com/thread-13-120980.html

Scilingo, Cap. Adolfo (2000): Declaraciones, Jornada (Mexico: UNAM, Lunes 28 de agosto de 2000).

Uriarte, Claudio (1999): Recuerdo de Redacción. Invierno en Convicción, en Blaustein, Eduardo y Martín Zubieta (1999): Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso (Buenos Aires: Ed. Colihue), 314-318;

http://www.er-saguier.org


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